domingo, abril 17, 2011



domingo 17 de abril de 2011
Indignaos (Indignez-vous) Stéphane Hessel (texto íntegro)

Indignaos (Indignez-vous)
Stéphane Hessel

Traducción de María Belvis Martínez García


93 años. Es la última etapa. El fin no está lejos. Qué suerte poder aprovecharla para recordar lo que ha servido de base a mi compromiso político: los años de resistencia y el programa elaborado hace 70 años por el Consejo Nacional de la Resistencia. A Jean Moulin le debemos, dentro del marco de este Consejo, el agrupamiento de todos los componentes de la Francia ocupada, los movimientos, los partidos, los sindicatos, con el fin de proclamar su adhesión a la Francia combativa y a su único jefe reconocido: el general De Gaulle. Desde Londres, donde me reuní con el general De Gaulle, en marzo de 1941, me llegó la noticia de que el Consejo había puesto en marcha un programa (adoptado el 15 de marzo de 1944) que proponía para la Francia liberada un conjunto de principios y valores sobre los que se asentaría la democracia moderna de nuestro país i.

Estos principios y valores los necesitamos hoy más que nunca. Es nuestra obligación velar todos juntos para que nuestra sociedad siga siendo una sociedad de la que podamos sentirnos orgullosos, y no esta sociedad de indocumentados, de expulsiones, de sospechas con respecto a la inmigración; no esta sociedad en la que se ponen en cuestión las pensiones, los logros de la Seguridad Social; no esta sociedad donde los medios de comunicación están en manos de los poderosos. Todas estas son cosas que habríamos evitado apoyar si hubiéramos sido verdaderos herederos del Consejo Nacional de la Resistencia.

A partir de 1945, después de un drama atroz, las fuerzas internas del Consejo de la Resistencia se entregan a una ambiciosa resurrección. Se crea la Seguridad Social como la Resistencia deseaba, tal y como su programa lo estipulaba: “un plan completo de Seguridad social que aspire a asegurar los medios de subsistencia de todos los ciudadanos cuando estos sean incapaces de procurárselos mediante el trabajo”; “una pensión que permita a los trabajadores viejos terminar dignamente su vida”. Las fuentes de energía, electricidad y gas, las minas de carbón y los bancos son nacionalizados. El programa recomendaba “que la nación recuperara los grandes medios de producción, fruto del trabajo común, las fuentes de energía, los yacimientos, las compañías de seguros y los grandes bancos”; “la instauración de una verdadera democracia económica y social, que expulse a los grandes feudalismos económicos y financieros de la dirección de la economía”. El interés general debe primar sobre el interés particular, el justo reparto de la riqueza creada por el trabajo debe primar sobre el poder del dinero. La Resistencia propone “una organización racional de la economía que garantice la subordinación de los intereses particulares al interés general y que se deshaga de la dictadura profesional instaurada según el modelo de los Estados fascistas”, y el gobierno provisional de la República toma el relevo.

Una verdadera democracia necesita una prensa independiente; la Resistencia lo sabe, lo exige, defiende “la libertad de prensa, su honor y su independencia del estado, de los poderes del dinero y de las influencias extranjeras”. Esto es lo que, desde 1944, aún indican las ordenanzas en relación a la prensa. Ahora bien, esto es lo que está en peligro hoy en día.

La Resistencia llamaba a la “posibilidad efectiva para todos los niños franceses de beneficiarse de la mejor instrucción posible”, sin discriminación; ahora bien, las reformas propuestas en 2008 van contra este proyecto. Jóvenes profesores, a los cuales apoyo, han peleado hasta impedir la aplicación de estas reformas y han visto disminuidos sus salarios a modo de penalización. Se han indignado, han “desobedecido”, han considerado que estas reformas se alejaban del ideal de la escuela republicana, que estaban al servicio de la sociedad del dinero y que no desarrollaban suficientemente el espíritu creativo y crítico.

Es la base de las conquistas sociales de la Resistencia la que hoy se cuestiona.

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El motivo de la resistencia es la indignación


Se tiene la osadía de decirnos que el Estado ya no puede asegurar los costes de estas medidas sociales. Pero cómo puede faltar hoy dinero para mantener y prolongar estas conquistas, cuando la producción de la riqueza ha aumentado considerablemente desde la Liberación, periodo en el que Europa estaba en la ruina, si no es porque el poder del dinero, combatido con fuerza por la Resistencia, no ha sido nunca tan grande, tan insolente y tan egoísta con sus propios servidores, incluso en las más altas esferas del Estado. Los bancos, una vez privatizados, se preocupan mucho por sus dividendos y por los altos salarios de sus dirigentes, no por el interés general. La brecha entre los más pobres y los más ricos no ha sido nunca tan grande, ni la búsqueda del dinero tan apasionada.

El motivo principal de la Resistencia era la indignación. Nosotros, veteranos de los movimientos de resistencia y de las fuerzas combatientes de la Francia libre, llamamos a las jóvenes generaciones a vivir y transmitir la herencia de la Resistencia y de sus ideales. Nosotros les decimos: tomad el relevo, ¡indignaos! Los responsables políticos, económicos e intelectuales, y el conjunto de la sociedad no deben dimitir ni dejarse impresionar por la actual dictadura de los mercados financieros que amenaza la paz y la democracia.

Os deseo a todos, a cada uno de vosotros, que tengáis vuestro motivo de indignación. Es algo precioso. Cuando algo nos indigna, como a mí me indignó el nazismo, nos volvemos militantes, fuertes y comprometidos.

Volvemos a encontrarnos con esta corriente de la historia, y la gran corriente de la historia debe perseguirse por cada uno. Y esta corriente nos conduce a más justicia y libertad; pero no a la libertad incontrolada de la zorra en el gallinero. Estos derechos, recogidos en 1948 en un programa de la Declaración universal, son universales. Si conocéis a alguien que no los disfruta, compadecedlo, ayudadle a conseguirlos.

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Dos visiones de la historia

Cuando intento comprender qué fue lo que causó el fascismo, qué hizo que fuéramos absorbidos por él y por Vichy, me digo que los ricos egoístas tuvieron mucho miedo de la revolución bolchevique y que se dejaron guiar por sus miedos. Pero si, hoy como entonces, una minoría activa se levantara, eso bastaría: tendríamos la levadura que haría crecer la masa.
Desde luego, la experiencia de alguien viejo, como yo, nacido en 1917, es diferente de la experiencia de los jóvenes de hoy. A menudo solicito a los profesores de colegios la oportunidad de dirigirme a sus alumnos, y les digo: “vosotros no tenéis las mismas razones evidentes para comprometeros. Para nosotros, resistir era no aceptar la ocupación alemana, la derrota. Era algo relativamente simple; simple como lo que vino a continuación: la descolonización. Siguió la guerra de Argelia: era necesario que Argelia se independizara, era algo evidente. En cuanto a Stalin, todos aplaudimos la victoria del ejército rojo contra los nazis, en 1943. Pero cuando nos enteramos de las grandes purgas estalinistas de 1935, aunque era necesario estar al corriente de lo que hacía el comunismo para contrarrestar el capitalismo americano, la necesidad de oponerse a esta forma insoportable de totalitarismo se impuso como una evidencia. Mi larga vida me ha dado una serie de razones para indignarme.

Estas razones son fruto menos de una emoción que de una voluntad de compromiso. Cuando estudiaba en la Escuela Normal, Sartre, un condiscípulo mayor que yo, me influenció profundamente. La náusea, El muro, pero no El ser y la nada, fueron muy importantes en la formación de mi pensamiento. Sartre nos enseñó a decirnos: “Sois responsables en tanto que individuos”. Era un mensaje de libertad. La responsabilidad del hombre que no puede confiar ni en un poder ni en un dios. Al contrario, es necesario comprometerse en nombre de la propia responsabilidad como persona humana. Cuando entré en la Escuela Normal de la calle Ulm, en Paris, en 1939, entré como ferviente discípulo del filósofo Hegel, y seguí el seminario de Maurice Merleau-Ponty. Su enseñanza exploraba la experiencia concreta, la del cuerpo y sus relaciones con los sentidos, gran singular frente a la pluralidad de los sentidos. Pero mi optimismo natural, que quiere que todo lo que es deseable sea posible, me encaminaba más bien a Hegel. El hegelianismo interpreta que la larga historia de la humanidad tiene un sentido: la libertad del hombre que progresa paso a paso. La historia está hecha de choques sucesivos, es la asunción de los desafíos. La historia de las sociedades progresa, y al final, cuando el hombre ha alcanzado su completa libertad, se tiene el estado democrático en su forma ideal.

Existe, desde luego, otra concepción de la historia. Los progresos conseguidos por la libertad, la competición, la carrera por el “siempre más” pueden ser vividos como un huracán destructor. Así la concibe un amigo de mi padre, el hombre que compartió con él la tarea de traducir al alemán En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust. Es el filósofo alemán Walter Benjamin. Él había encontrado un mensaje pesimista en un cuadro del pintor suizo Paul Klee, el Angelus Novus, en el que la figura de un ángel abre los brazos como para contener y rechazar una tempestad que Benjamin identifica con el progreso. Para Benjamin, que se suicidó en septiembre de 1940 para huir del nazismo, el sentido de la historia es un camino irresistible de catástrofe en catástrofe.

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La indiferencia: la peor de las actitudes

Es verdad que las razones para indignarse pueden parecer hoy menos claras o el mundo demasiado complejo. ¿Quién manda, quién decide? No siempre es fácil distinguir entre todas las corrientes que nos gobiernan. Ya no tenemos que vérnoslas con una pequeña élite, cuyo modo de actuar conocemos con claridad. Este es un vasto mundo de cuya interdependencia nos percatamos claramente. Vivimos con una interconectividad como jamás ha existido. Pero en este mundo hay cosas insoportables. Para verlas, hace falta observar con atención, buscar. Les digo a los jóvenes: buscad un poco, encontraréis. La peor de las actitudes es la indiferencia, el decir “yo no puedo hacer nada, yo me las apaño”. Al comportaros así, perdéis uno de los componentes esenciales que hacen al ser humano. Uno de sus componentes indispensables: la capacidad de indignarse y el compromiso que nace de ella.

Es posible identificar desde ahora dos grandes desafíos nuevos:

1. La gran diferencia que existe entre los muy pobres y los muy ricos, la cual no deja de crecer. Se trata de una innovación de los siglos XX y XXI. Los muy pobres del mundo de hoy ganan apenas dos dólares al día. No se puede dejar que esta diferencia se haga más profunda todavía. La constatación de este hecho debería suscitar por sí misma un compromiso.

2. Los derechos del hombre y el estado del planeta. Después de la Liberación tuve la suerte de participar en la redacción de la Declaración universal de los derechos del hombre adoptada por la Organización de Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948, en el palacio de Chaillot, en Paris. Como jefe de gabinete de Henri Laugier, secretario general adjunto de la ONU y secretario de la Comisión de los Derechos del hombre participé, entre otros, en la redacción de esta declaración. No puedo olvidar el papel que tuvo en su elaboración René Cassin, comisario nacional de justicia y educación del gobierno de la Francia libre, en Londres, en 1941, el cual fue premio Nobel de la paz en 1968, ni el de Pierre Mendès France dentro del Consejo económico y social, al que enviábamos los textos que elaborábamos antes de que fueran examinados por la Tercera Comisión de la Asamblea General, encargada de los aspectos sociales, humanitarios y culturales. La Comisión contaba con los 54 estados que eran miembros, en aquel momento, de las Naciones Unidas, y yo me encargaba de su secretaría. A René Cassin debemos el término de derechos “universales”, y no “internacionales” como proponían nuestros amigos anglosajones. Puesto que en esto está lo que se juega al terminar la segunda guerra mundial: la emancipación de las amenazas que el totalitarismo hizo pesar sobre la humanidad. Para emanciparse, es necesario conseguir que los estados miembros de la ONU se comprometan a respetar estos derechos universales. Es una manera de desmontar el argumento de plena soberanía que un estado puede hacer valer mientras comete crímenes contra la humanidad dentro de su territorio. Este fue el caso de Hitler, que se consideraba dueño y señor en su tierra y autorizado a provocar un genocidio. Esta declaración universal debe mucho a la revulsión universal contra el nazismo, el fascismo, el totalitarismo, y, también, a nosotros, al espíritu de la Resistencia. Sentía que había que actuar rápidamente, no ser víctima de la hipocresía que había en la adhesión proclamada por los vencedores a estos valores que no todos tenían la intención de promover limpiamente, pero que nosotros intentábamos imponerles iii.

No me aguanto las ganas de citar el artículo 15 de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre: “Toda persona tiene derecho a una nacionalidad”; el artículo 22: “Toda persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a la seguridad social, y a obtener, mediante el esfuerzo nacional y la cooperación internacional, habida cuenta de la organización y los recursos de cada Estado, la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales, indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su personalidad”. Y si esta declaración tiene un alcance declarativo, y no jurídico, no por eso ha desempeñado un papel menos importante desde 1948; se ha visto a pueblos colonizados acogerse a ella en su lucha por la independencia; ha inspirado a los espíritus en su lucha por la libertad.

Constato con alegría que a lo largo de las últimas décadas se han multiplicado las organizaciones no gubernamentales, los movimientos sociales como Attac (Association pour la taxation des transactions financières1), la FIDH (Fédération international des Droits de l”homme2), Amnesty…, que son activas y efectivas. Es evidente que para ser eficaz actualmente es necesario actuar conjuntamente; aprovechar todos los medios modernos de comunicación.
A los jóvenes, les digo: mirad alrededor de vosotros, encontraréis temas que justifiquen vuestra indignación –el trato que se da a los inmigrantes, a los indocumentados Roms 3

1 N. de la T.: Asociación por la Tasación de las Transacciones y por la Ayuda a los Ciudadanos.
2 Federación Internacional de Derechos Humanos.
3. Encontraréis situaciones concretas que os empujarán a llevar a cabo una acción ciudadana de importancia. ¡Buscad y encontraréis!

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Mi indignación a propósito de Palestina

Hoy, mi principal indignación concierne a Palestina, la franja de Gaza y Cisjordania. Este conflicto es un motivo propio de indignación. Es necesario leer el informe Richard Goldstone, de septiembre de 2009, sobre Gaza. En él este juez sudafricano, judío, que se declara incluso sionista, acusa al ejército israelí de haber cometido ““actos asimilables a crímenes de guerra y quizás, en ciertas circunstancias, a crímenes contra la humanidad”“ durante la operación “Plomo Fundido” que duró tres semanas. Volví a Gaza en 2009, pude entrar con mi mujer gracias a nuestros pasaportes diplomáticos, para verificar con mis propios ojos lo que el informe contaba. Las personas que nos acompañaban no fueron autorizadas a entrar a la franja de Gaza. Ni a Cisjordania. Visitamos los campos de refugiados palestinos creados en 1948 por la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo, UNRWA, donde más de tres millones de palestinos expulsados de sus tierras por Israel esperan un retorno cada vez más problemático. En cuanto a Gaza, ésta es una prisión a cielo abierto para un millón y medio de palestinos. Una prisión donde se organizan para sobrevivir. Más que las destrucciones materiales, como la del hospital de la Media Luna Roja por la operación “Plomo Fundido”, es el comportamiento de los habitantes de Gaza, su patriotismo, su amor por el mar y la playa, su constante preocupación por el bienestar de sus hijos, numerosos y risueños, lo que llena nuestra memoria. Quedamos impresionados por su ingeniosa manera de hacer cara a todas las penurias que les son impuestas. Les hemos visto fabricar ladrillos, por falta de cemento, para reconstruir las miles de casas destruidas por los tanques. Nos confirmaron que hubo 1400 muertos –mujeres, niños y viejos incluidos en el campo palestino– a lo largo de esta operación “Plomo Fundido”, llevada a cabo por el ejército israelí, contra sólo cincuenta heridos del lado de Israel. Comparto las conclusiones del juez surafricano. Que judíos puedan cometer crímenes de guerra es insoportable. Desgraciadamente, la historia ofrece pocos ejemplos de pueblos que aprenden de su propia historia.

3 N. de la T.: Gitanos, zíngaros, etc.

Lo sé, Hamas, que había ganado las últimas elecciones legislativas, no pudo evitar que se dispararan cohetes sobre las ciudades israelíes en respuesta a la situación de aislamiento y de bloqueo en la que se encuentran los gazatíes. Evidentemente, pienso que el terrorismo es inaceptable, pero hay que reconocer que cuando se está ocupado con medios militares infinitamente superiores a los nuestros, la reacción popular no puede ser sólo no-violenta.
¿Le sirve de algo a Hamas enviar cohetes sobre la ciudad de Sderot? La respuesta es no. No sirve a su causa, pero se puede explicar debido a la exasperación del pueblo de Gaza. En la noción de exasperación, hay que entender la violencia como una lamentable conclusión de situaciones inaceptables para aquellos que las sufren. Se puede decir que el terrorismo es una especie de exasperación. Y que esta exasperación es un término negativo. Uno no se debe exasperar, uno debe esperar. La exasperación es la negación de la esperanza. Es comprensible, diría que hasta es natural; sin embargo, no es aceptable porque no permite obtener los resultados que puede eventualmente producir la esperanza.

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La no-violencia, el camino que debemos aprender a seguir


Estoy convencido de que el futuro pertenece a la no-violencia, a la conciliación de las diferentes culturas. Por esta vía, la humanidad deberá franquear su próxima etapa. Y aquí coincido con Sartre: uno no puede excusar a los terroristas que arrojan bombas, pero puede comprenderlos. Sartre escribió en 1947: “Reconozco que la violencia bajo cualquier forma que se manifieste es un fracaso. Pero es un fracaso inevitable porque estamos en un universo de violencia. Y si es verdad que el recurso a la violencia hace que la violencia corra el riesgo de perpetuarse, también es verdad que es el único medio de hacerla cesar”iv. A lo que yo añadiría que la no-violencia es una manera más segura de hacerla cesar. No se puede apoyar a los terroristas como Sartre lo hizo, en nombre de ese principio, durante la guerra de Argelia, o a propósito del atentado de los juegos de Munich, en 1972, cometido contra atletas israelíes. No es eficaz, y Sartre mismo acabará por preguntarse al final de su vida por el sentido del terrorismo y a dudar de su razón de ser. Decirse “la violencia no es eficaz” es más importante que saber si se debe condenar o no a aquellos que la utilizan. El terrorismo no es eficaz. En la noción de eficacia, es necesaria una esperanza no-violenta. Si existe una esperanza violenta es la de la poesía de Guillaume Apollinaire: “Que l”esperance est violente”4; no en política. Sartre, en marzo de 1980, tres semanas antes de morir, declaraba: “Hay que intentar explicar por qué el mundo de hoy, que es horrible, no es más que un momento en el largo desarrollo histórico, que la esperanza ha sido siempre una de las fuerzas dominantes de las revoluciones y de las insurrecciones, y cómo todavía siento la esperanza como mi concepción del futuro”v.

Hay que entender que la violencia vuelve la espalda a la esperanza. Hay que preferir la esperanza, la esperanza de la no-violencia. Es el camino que debemos aprender a seguir. Tanto por parte de los opresores como por parte de los oprimidos, hay que llegar a una negociación para acabar con la opresión; esto es lo permitirá acabar con la violencia terrorista. Es por eso que no se debe permitir que se acumule mucho odio.


4 N. de la T.: Se refiere al poema Le Pont Mirabeau, de Guillaume Apollinaire, que se transcribe a continuación:

Sous le pont Mirabeau coule la Seine Et nos amours Faut-il qu’il m’en souvienne La joie venait toujours après la peine.
Vienne la nuit sonne l’heure Les jours s’en vont je demeure
Les mains dans les mains restons face à face Tandis que sous Le pont de nos bras passe Des éternels regards l’onde si lasse
Vienne la nuit sonne l’heure Les jours s’en vont je demeure
L’amour s’en va comme cette eau courante L’amour s’en va Comme la vie est lente Et comme l’Espérance est violente
Vienne la nuit sonne l’heure Les jours s’en vont je demeure
Passent les jours et passent les semaines Ni temps passé Ni les amours reviennent Sous le pont Mirabeau coule la Seine
Vienne la nuit sonne l’heure Les jours s’en vont je demeure


El mensaje de alguien como Mandela, como Martin Luther King, encuentra toda su pertinencia en un mundo que ha sobrepasado la confrontación de las ideologías y el totalitarismo. Es un mensaje de esperanza en la capacidad que tienen las sociedades modernas para sobrepasar los conflictos por medio de una comprensión mutua y de una paciencia vigilante. Para llegar a ello, es necesario basarse en los derechos, cuya violación, sea quien sea el autor, debe provocar nuestra indignación. No debemos consentir la transgresión de estos derechos.

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Por una insurrección pacífica

He constatado, y no soy el único, la reacción del gobierno israelí ante el hecho de que cada viernes los ciudadanos de Bil”id van, sin arrojar piedras, sin utilizar la fuerza, hasta el muro contra el cual protestan. Las autoridades israelíes han calificado esta marcha de “terrorismo no-violento”. No está mal… Hay que ser israelí para calificar de terrorista a la no-violencia. Hay que estar molesto por la eficacia que tiene la no-violencia para suscitar el apoyo, la comprensión y el sostén de todos los adversarios de la opresión.

El pensamiento productivista, sostenido por Occidente, ha metido al mundo en una crisis de la que hay que salir rompiendo radicalmente con la huída hacia adelante del “siempre más”, tanto en el dominio financiero como en el dominio de las ciencias y de la técnica. Ya es hora de que la preocupación por la ética, la justicia y la estabilidad duradera sea lo que prevalezca. Pues nos amenazan los riesgos más graves; riesgos que pueden poner fin a la aventura humana sobre un planeta que puede volverse inhabitable.

Pero es verdad que se han hecho importantes progresos desde1948: la descolonización, el fin del apartheid, la destrucción del imperio soviético, la caída del Muro de Berlín. Por el contrario, los diez primeros años del siglo XXI han supuesto un periodo de retroceso. Este retroceso, yo lo achaco, en parte, a la presidencia americana de George Bush, al 11 de septiembre y a las consecuencias desastrosas que de él han sacado los Estados Unidos, como la intervención militar en Irak. Hemos tenido esta crisis económica, pero tampoco hemos comenzado una nueva política de desarrollo. La cumbre de Copenhague contra el calentamiento climático no ha permitido establecer una verdadera política para la preservación del planeta. Estamos en un umbral, entre los horrores de la primera década y las posibilidades de las décadas siguientes. Pero hay que esperar, siempre hay que esperar. La década anterior, la de los años 1990, fue una fuente de grandes progresos. Las Naciones Unidas convocaron conferencias como las de Rio sobre el medio ambiente, en 1992; la de Pekín sobre las mujeres, en 1995; en septiembre de 2000, a iniciativa del secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, los 191 países miembros adoptaron la declaración sobre los “Ocho objetivos del milenio para el desarrollo”, por la cual se comprometen a reducir a la mitad la pobreza en el mundo de aquí a 2015. Mi gran pesar, es que ni Obama ni la Unión Europea hayan manifestado aún lo que debería ser su aportación para una fase constructiva que se apoye en los valores fundamentales.

¿Cómo terminar esta llamada a indignarse? Recordando que, con ocasión del sexagésimo aniversario del Programa del Consejo nacional de la Resistencia, dijimos, el 8 de marzo de 2004, nosotros, los veteranos de los movimientos de Resistencia y de las fuerzas combativas de la Francia libre (1940-1945), que, desde luego, “el nazismo ha sido vencido gracias al sacrificio de nuestros hermanos y hermanas de la Resistencia y de las Naciones Unidas contra la barbarie fascista. Pero esta amenaza no ha desaparecido por completo, y nuestra cólera contra la injusticia permanece intacta”vi.

No, esta amenaza no ha desaparecido por completo. Por eso, hagamos siempre un llamamiento a “una verdadera insurrección pacífica contra los medios de comunicación de masas que no proponen como horizonte para nuestra juventud más que el consumismo de masas, el desprecio de los más débiles y de la cultura, la amnesia generalizada y la competición a ultranza de todos contra todos”.

A los hombres y mujeres que harán el siglo XXI, les decimos con nuestra afección:

“CREAR ES RESISTIR, RESISTIR ES CREAR”.




i Creado clandestinamente el 27 de mayo de 1943, en París, por los representantes de los ocho grandes movimientos de Resistencia, de los dos grandes sindicatos anteriores a la guerra: la CGT y la CFTC (Confederación francesa de trabajadores cristianos) y de los diez principales partidos políticos de la III República, el PC y la SFIO (los socialistas), el Consejo Nacional de la Resistencia (CNR) se reunió por primera vez este 27 de mayo bajo la presidencia de Jean Moulin, delegado del general De Gaulle, el cual quería crear este Consejo para hacer más eficaz la lucha contra los nazis y reforzar su propia legitimidad de cara a los aliados. De Gaulle encargó a este Consejo la elaboración de un programa de gobierno en previsión de la liberación de Francia. Este programa fue objeto de muchas idas y venidas del CNR y del gobierno de la Francia libre, unas veces a Londres y otras a Argel, antes de ser adoptado el 15 de marzo de 1944 en sesión asamblearia por el CNR. El CNR entregó este programa al general De Gaulle el 25 de agosto de 1944 en el ayuntamiento de París. El decreto en relación a la prensa se promulgó el 26 de agosto. Uno de los principales redactores del programa fue Roger Ginsburger, hijo de un rabino alsaciano; bajo el pseudónimo de Pierre Villon fue secretario general del frente nacional para la independencia de Francia, movimiento de resistencia creado por el partido comunista francés en 1941, y representó a este movimiento en el seno del CNR y de su oficina permanente.

ii Según una estimación sindicalista, hemos pasado de entre el 75 al 80% del salario como importe de las jubilaciones a alrededor del 50%. Jean-Paul Domin, catedrático de Economía en la universidad de Reims Champagne-Ardennes, en 2010, redacta para el Instituto Europeo de Ciencias Sociales (IES, Institut Européen du Salariat) un apunte sobre “El seguro de enfermedad complementario”. En él revela en qué medida el acceso a un seguro complementario de calidad es ahora un privilegio del estatus social, que los más frágiles renuncian a los cuidados por falta de seguros complementarios y por la cuantía del resto que queda por pagar; que la fuente del problema es no haber hecho del salario el soporte de los derechos sociales –punto central de los decretos del 4 y del 15 de octubre de 1945. Estos promulgaban la Seguridad Social y encomendaban su gestión a la doble autoridad de los representantes de los trabajadores y del Estado. Después de las reformas Juppé de 1995, promulgadas por decreto, más la ley Douste Blazy (médico de formación), de 2004, es el Estado el único que gestiona la Seguridad Social. Es, por ejemplo,el jefe del Estado el que nombra por decreto al director de la Tesorería General de la Seguridad Social (Caisse National d”Assurance Maladie (CNAM)).Ya no son los sindicalistas, como después de la Liberación, sino el Estado quien está a la cabeza del organismo que gestiona las prestaciones sanitarias a nivel departamental a través de los gobernadores (préfets de département).Los representantes de los trabajadores ya no tienen más que el papel de consejero.

iii La Declaración Universal de los Derechos del hombre fue adoptada el 10 de diciembre de 1948, en Paris, por 48 de los 58 estados miembros de la Asamblea general de Naciones Unidas. Hubo ocho abstenciones: África del Sur, a causa del apartheid que la declaración condenaba de hecho; Arabia Saudita, igualmente, a causa de la igualdad entre hombres y mujeres; la URSS (Rusia, Ucrania, Bielorrusia), Polonia, Checoslovaquia y Yugoslavia estimaron que la Declaración no iba lo bastante lejos en la consideración de derechos económicos y sociales y sobre los derechos de las minorías; sin embargo, hay que tener en cuenta que Rusia en particular se opuso a la proposición australiana de crear una Corte internacional de derechos humanos encargada de examinar las peticiones dirigidas a Naciones Unidas; hay que recordar que el artículo 8 de la Declaración introduce el principio de apelación individual contra un estado en caso de violación de los derechos fundamentales. Este principio se aplicaría en Europa en 1998 con la creación de una Corte europea permanente de derechos humanos, la cual garantizó este derecho de apelación a más de 800 millones de europeos.

iv Sartre J.P; “Situation de l”écrivain en 1947”, en Situation II, Paris, Gallimard, 1948.
v Sartre J.P; “Maintenat l”espoir… (III)” en Le Nouvel Observateur, 24 de marzo de 1980.
vi Los firmantes del Appel del 8 de marzo de 2004 son: Lucie Aubrac, Raymond Aubrac, Henri Bartoli, Daniel Cordier, Philippe Dechartre, Georges Guingouin, Stéphane Hessel, Maurice Kriegel-Valtimont, Lise London, George Séguy, Germaine Tillion, Jean-Pierre Vernat, Maurice Voutey.

miércoles, mayo 26, 2010

UN CUENTO DE BURROS (REAL COMO LA VIDA MISMA)


Un señor se dirigió a una aldea donde nunca había estado antes y ofreció a sus habitantes 100 euros por cada burro que le vendieran.

Buena parte de la población le vendió sus animales.

Al día siguiente volvió y ofreció mejor precio, 150 por cada burrito, y otro tanto de la población vendió los suyos. A continuación ofreció 300 euros y el resto de la gente vendió los últimos burros.
Al ver que no había más animales, ofreció 500 euros por cada burrito, dando a entender que los compraría a la semana siguiente, y se marchó.

Al día siguiente mandó a su ayudante con los burros que compró a la misma aldea para que ofreciera los burros a 400 euros cada uno. Ante la posible ganancia, a la semana siguiente, todos los aldeanos compraron sus burros a 400 euros, y quien no tenía el dinero lo pidió prestado. De hecho, compraron todos los burros de la comarca.

Como era de esperar, este ayudante desapareció, igual que el señor, y nunca más aparecieron.

Resultado:
La aldea quedó llena de burros y endeudados.

Veamos lo que pasó después:

Los que habían pedido prestado, al no vender los burros, no pudieron pagar el préstamo.

Quienes habían prestado dinero se quejaron al ayuntamiento diciendo que si no cobraban, se arruinarían ellos; entonces no podrían seguir prestando y se arruinaría todo el pueblo.

Para que los prestamistas no se arruinaran, el Alcalde, en vez de dar dinero a la gente del pueblo para pagar las deudas, se lo dio a los propios prestamistas. Pero estos, ya cobrado gran parte del dinero, sin embargo no perdonaron las deudas a los del pueblo, que siguió igual de endeudado.

El Alcalde, con la ayuda a los prestamistas, dilapidó el presupuesto del Ayuntamiento, el cual quedó también endeudado.

Entonces pidió dinero a otros ayuntamientos; pero estos le dicen que no pueden ayudarle porque, como está en la ruina, no podrán cobrar después lo que le presten.

Resultado:

Los listos comerciantes del principio, forrados.

Los prestamistas, con sus ganancias resueltas y un montón de gente a la que seguirán cobrando lo que les prestaron más los intereses, incluso adueñándose de los ya devaluados burros con los que nunca llegarán a cubrir toda la deuda.

Mucha gente arruinada y sin burro para toda la vida, con el agravante de que los burros son un medio de trabajo en el medio rural.

El Ayuntamiento igualmente arruinado.

Resultado ¿final?:

Para solucionar todo esto y salvar a todo el pueblo, el Ayuntamiento BAJÓ EL SUELDO A SUS FUNCIONARIOS.

Provisionalmente parece que solo los pretamistas y los sinvergüenzas comerciantes del principio ganan en este cuento.

jueves, mayo 06, 2010

APOROFOBIA



TRIBUNA: ADELA CORTINA
Aporofobia

ADELA CORTINA 07/03/2000

La Real Academia Española introduce de tanto en tanto en el Diccionario de la lengua nuevos términos por razones diversas. Son algunas de las más comunes que la expresión correspondiente venga usándose en la calle de forma habitual, o que proceda de una lengua extranjera y sirva para designar algún objeto o acción en un campo del saber.Pero existe una razón poderosa, tal vez la más poderosa, para acoger una nueva palabra en el seno de una lengua, y es que designe una realidad tan efectiva en la vida social que esa vida no pueda entenderse sin contar con ella. E importa ponerle un nombre, porque mientras es indecible actúa como hacen las ideologías: distorsionando, confundiendo para ocultar la verdad de las cosas. Poner nombre a las personas es imprescindible para darles carta de naturaleza ("te llamarás Eva", "te llamarás Viernes"), tanto más a las realidades sociales, de las que falta clara conciencia mientras son inefables.

La noticia en otros webs

* webs en español
* en otros idiomas

Es en este orden de cosas en el que quisiera brindar a la Real Academia un nombre, después de rebuscar afanosamente en mi viejo diccionario de griego, tan usado el pobre en los años del bachillerato: el nombre "aporofobia". "Dícese -podría constar en la caracterización, por analogía con otras- del odio, repugnancia u hostilidad ante el pobre, el sin recursos, el desamparado". Y en ese ilustrativo paréntesis que sigue al término diría algo así como: "(Del gr. á-poros, pobre, y fobéo, espantarse) f.". Es, ciertamente, una expresión que no existe en otras lenguas, e ignoro si es la mejor forma de construirla. Pero lo indudable es que la repugnancia ante el pobre, ante el desamparado, tiene una fuerza en la vida social que todavía es mayor precisamente porque actúa desde un deleznable anonimato.

No figura en las relaciones de lo "éticamente correcto", en esas moralinas burocráticas que repudian acciones casi sin pensarlo y las gentes repiten ya de un tirón, como los viejos catecismos. Cuentan en ellas el repudio de la xenofobia y el racismo, de la hostilidad hacia el "xénos", hacia el extranjero, o hacia el que es de otra raza; nunca la repugnancia ante el "áporos", ante el sin recursos, ante el que parece que no puede ofrecer nada interesante a cambio. Y, sin embargo, ése es el que molesta, es la fobia hacia el pobre la que lleva a rechazar a las personas, razas y etnias habitualmente sin recursos.

No repugnan los árabes de la Costa del Sol, ni los alemanes y británicos dueños ya de la mitad del Mediterráneo; tampoco los gitanos enrolados en una tranquilizadora forma de vida paya, ni los niños extranjeros adoptados por padres deseosos de un hijo que no puede ser biológico. No repugnan, afortunadamente y por muchos años, porque el odio al de otra raza o al de otra etnia, por serlo, no sólo demuestra una innegable falta de sensibilidad moral, sino una igualmente palmaria estupidez. Sólo los imbéciles se permiten el lujo de profesar este tipo de odios.

Sin embargo, sí que son objeto de casi universal rechazo los gitanos apegados a su forma de vida tradicional, tan alejada de ese febril afán de producir riqueza que nos consume; los inmigrantes del norte de África, que no tienen que perder más que sus cadenas; los inmigrantes de la Europa Central y del Este, dueños, más o menos, de la misma riqueza; siguiendo en la lista los latinoamericanos escasos de recursos. El problema no es de raza ni de extranjería: es de pobreza. Por eso hay algunos racistas y xenófobos, pero aporófobos, casi todos.

La razón es bien simple, descubrirla no precisa grandes especulaciones. En sociedades, como las nuestras, organizadas en torno a la idea de contrato en cualquiera de las esferas sociales, el pobre, el verdaderamente diferente en cada una de ellas, es el que no tiene nada interesante que ofrecer a cambio y, por lo tanto, no tiene capacidad real de contratar.

Esto sucede en el ámbito de la economía, en el que buena parte de la humanidad queda excluida de consumir productos básicos para la supervivencia sencillamente porque no interesa lo que podrían ofrecer a cambio. "El libre mercado", dice la teoría clásica, "garantiza mayor soberanía al consumidor". Lo que no aclara a renglón seguido es que merece el título de consumidor quien puede pagarse el consumo, quien presenta una demanda solvente, porque es éste un juego de toma y daca, en el que ejerce su libertad no el que quiere, sino el que puede.

Si tuviéramos agallas para universalizar la ciudadanía social a través de un cierto keynesianismo universal profundamente reformulado en términos de justicia en vez de retirarlo de los lugares en los que se ha encarnado, si aumentáramos la capacidad adquisitiva de cada una de las personas y las protegiéramos frente a las contingencias del mercado, aunque sólo fuera por aumentar el consumo, y con él la producción, podríamos empezar a hablar de soberanía del consumidor. "Es imposible", replican los interesados en que lo sea. Y, sin embargo, es preciso replicar que es de justicia.

Como es doctrina bien sabida desde hace décadas, pero magistralmente expuesta por Michael Walzer en Esferas de la justicia (1983), los bienes socialmente producidos son bienes sociales y tienen que ser socialmente distribuidos con justicia. Como la globalización -añadimos por nuestra cuenta- muestra, entre otras cosas, que la producción es global, global debería ser también la justa distribución de la riqueza, y un buen comienzo en el proceso sería universalizar la ciudadanía social.

Sin embargo, los bienes no son sólo económicos, no sólo hay áporoi en la esfera de la riqueza material. Las sociedades distribuyen también otros bienes, que componen distintas esferas de justicia: la pertenencia a una comunidad política, la seguridad en tiempos de vulnerabilidad (asistencia sanitaria, jubilación, desempleo), los cargos que determinan el ingreso, la estima social y las oportunidades vitales, la educación, el poder político, la igualdad, por la que nadie debería poseer un bien de estas esferas con el que pudiera comprar todos los demás, el reconocimiento y los honores que condicionan la autoestima y el autorrespeto.

En cada una de estas esferas hay áporoi, justamente aquellos que en ellas no parecen tener nada interesante que ofrecer a cambio. Por eso en el mundo político, amén de los extranjeros, inmigrantes, asilados, con sus dificultades para pactar, reciben los ciudadanos distintas contraprestaciones, según lo que ofrecen a quien ostenta el poder. Y así sucede igualmente en la universidad y en el hospital, en el taller y en el banco, en la vecindad y en la empresa, que hay quienes tienen algo interesante que ofrecer a los poderosos y quienes bien poca cosa. Y éstos son en cada una de las esferas los débiles, los excluidos. Los áporoi.

Mientras no se les nombra se confunden los perfiles, que es lo que gusta a los poderosos: esa difuminación del lenguaje, en virtud de la cual ya ignoramos de qué estamos hablando. Y en manifiestos contra el terrorismo se dice: "Estamos en contra de los intolerantes", confundiendo el tocino con la velocidad, porque la intolerancia es una actitud del carácter, y el que mata es un asesino. Los atentados contra las personas no son atentados contra la democracia, sino contra la vida concreta de las personas concretas, a quienes a partir de ese momento sus gentes ya no verán más. Excluidos, totalmente excluidos de la vida, supremamente marginados.

Ante una situación semejante cabe responder desde tres tipos de ética, encarnados en tres tipos ideales: la ética de los demonios estúpidos, la de los demonios inteligentes y la de las personas, amén de inteligentes, justas y solidarias. La sugerencia viene de Kant, quien en La paz perpetua aseguraba que hasta un pueblo de demonios, de seres sin sensibilidad moral, sacrificaría parte de su libertad y entraría a formar parte de un Estado de derecho, aunque tuvieran que someterse a la ley, "con tal de que", añadía, "tengan inteligencia". Podríamos decir, por analogía, que hasta un pueblo de demonios, sin sensibilidad moral, preferiría la paz a la guerra, la cooperación al conflicto, la colaboración a la exclusión, con tal de que tengan inteligencia.

Los demonios estúpidos excluyen a otros en cada esfera social, creyendo que no tienen nada interesante que ofrecer. Y en realidad sucede que los inmigrantes, tan vapuleados, asumen los trabajos que nadie quiere y traen sangre joven a una Europa avejentada. Los demonios inteligentes se aperciben de este tipo de cosas y tratan de averiguar con quiénes interesa sellar pactos, porque hasta el más débil te puede quitar la vida. Las personas con sentido de la justicia y la solidaridad van más allá del contrato: hacia el reconocimiento del valor en sí de cada ser humano, que es la divisa de la Ilustración.

Adela Cortina es catedrática de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Valencia.

martes, abril 20, 2010

En defensa de les polítiques actives de formació i ocupació Contra el tancament de les Escoles Taller

En defensa de les polítiques d'Ocupació i Formació
Contra el tancament d'Escoles Taller, Cases d'Oficis i Tallers d'Ocupació


Davant la voluntat per part del Departament de Treball de la Generalitat de
Catalunya d’eliminar les polítiques actives d’ocupació dirigides específicament als
joves i als majors de 45 anys, els següents signants volem expressar el nostre rebuig
frontal a la proposta.
La situació precària al mercat laboral i els elevats índex d'abandonament escolar prematur,
un 31,6%, més del doble de la Unió Europea, amb una taxa d'escolarització secundària a
Catalunya del 59,4%,19 punts per sota de la Unió Europea, així com el dèficit formatiu que
presenten moltes persones adultes, fan imprescindible la continuïtat dels programes que
combinen formació i treball com aquests.
Els dos col·lectius afectats són els més castigats del nostre mercat de treball i els que més
estan patint l’actual moment de crisi. En programes com les Escoles Taller, les Cases
d’Oficis i els Tallers d’Ocupació es combinen la formació i l’experiència laboral en un
context de treball real en obres d’interès públic i social, amb l’objectiu de millorar les
possibilitats d’ocupació d’aquestes persones.
Amb la decisió d’eliminar aquests programes, el Departament de Treball incompleix, a
més, l’Acord de Mesures per a l’Ocupació Juvenil ratificat per Acció Jove-Joves de CCOO,
Avalot-Joves de la UGT, Consell Nacional de la Joventut de Catalunya, Foment de Treball
Nacional i PIMEC, el mes de setembre de 2009.
La línia estratègica 3.4 de l’esmenat acord, especifica les línies d’actuació respecte els
programes d’inserció mencionats, amb una dotació pressupostària prevista (així com el
calendari d’execució i els indicadors de seguiment i avaluació). Concretament, en el
pressupost 2009-2012, estaven acordats 50.000.000 € per a Escoles Taller, 4.478.000 € per
a Cases d’Ofici i 2.878.434 € per a Tallers d’Ocupació.
Els projectes com les Escoles Taller, les Cases d’Ofici i els Tallers d'Ocupació són
programes referents en la formació i inserció laboral dels joves menors de 25 anys amb
especials carències formatives. Tanmateix, la Consellera de Treball insisteix en la supressió
dels ajuts a aquests programes i ho justifica basant-se en diversos punts:
o En primer lloc, s’al·lega que són programes massa cars. Aquests programes, però, estan
subvencionats pel Fons Social Europeu i el Ministerio de Trabajo e Inmigración i, a
més, són les entitats promotores les que aporten les instal·lacions, la maquinària, etc., de
manera que el SOC no hi destina recursos propis.
o També es veu com a inconvenient la seva llarga durada, però cal recordar que un dels
objectius més importants d’aquests programes és l’adquisició d'hàbits de treball i la
capacitació personal i social d’aquestes persones que estan en situació de risc d’exclusió
social, aspectes que no es poden obtenir en projectes de més curta durada, com els Plans
d’Ocupació Locals. Un dels objectius més importants de les Escoles Taller no és tant
facilitar-los l'accés a la feina, sinó que aprenguin a mantenir-la en un futur.
o El Departament de Treball també critica que el 75% d’aquests programes tenen
orientada la seva oferta formativa al sector de la construcció ja que es dediquen
fonamentalment a la rehabilitació del patrimoni històric i cultural. Des del seu punt de
vista, per tant, no té sentit continuar formant persones en sectors en els quals no hi ha
possibilitats de trobar feina. Tanmateix, la rehabilitació es presenta com un important
jaciment d’ocupació a curt i llarg termini i s’ha convertit en un dels eixos principals de
les polítiques del Govern, inclosos els Plans d’Ocupació Locals.
o Finalment, en resposta a les afirmacions del Departament de Treball sobre la ineficàcia
d’aquests programes, hem de remarcar l’èxit obtingut al llarg dels anys en matèria
d’inserció laboral, al voltant del 70% en el cas de les Escoles Taller.
El fet de no obrir convocatòria pública, deixarà desatès un col·lectiu vulnerable i en situació
d’alt risc d’exclusió social, amb deficiències en habilitats socials, amb un desconeixement
dels recursos d’inserció laboral, social i educativa i amb importants carències formatives.
La manca de programes per a aquest col·lectiu, generarà un agreujament de la seva situació,
una disminució de les seves oportunitats i una major desatenció i vulnerabilitat.
D'altra banda, reivindiquem el mèrit dels professionals que han estat treballant en aquests
programes durant tants anys suportant condicions precàries i una inestabilitat laboral
permanent, i que malgrat tot han obtingut molt bons resultats de la seva feina, fruit de la
seva dedicació i motivació. Per aquests motius, demanem, també, la regularització de les
condicions laborals d'aquests professionals.
El Departament de Treball de la Generalitat de Catalunya és una administració pública,
amb funcions i obligacions cap a la ciutadania. No pot seguir funcionant com una empresa,
amb mentalitat mercantilista. Actualment, el 62,5% dels joves de 16 a 19 anys estan a
l’atur. Invertir per a la formació i la inserció d’aquest col·lectiu no és un malbaratament
econòmic, és una necessitat de país.
Són aquestes les raons que ens porten a exigir al Departament de Treball que torni a obrir
de forma immediata la convocatòria d’Escoles Taller, Cases d’Ofici i Tallers d’Ocupació
per a aquest 2010 tal com estava previst i firmat a l’Acord de Mesures per a l’Ocupació
Juvenil 2009- 2012.
*Per adherir-se al manifest, envieu un correu electrònic a plataformaetcoto@gmail.com.

martes, febrero 09, 2010

Carta abierta sobre el republicanismo en España.



De Unión Cívica por la República.

Carta abierta sobre el republicanismo en España.

César Alfonso Viñas

UCR 10 de Enero de 2010

Las clases dominantes han hecho creer a la población española que la II República fue un caos. Que por ello se formaron dos bandos y que estalló una Guerra Civil donde ambos grupos cometieron las mismas atrocidades, una guerra fratricida, donde los españoles se mataban entre sí a causa de ideologías y de unos instintos salvajes ocultos en el inconsciente colectivo español. Tras los cuarenta años de dictadura franquista, con la “modélica Transición” vino la “normalidad política”, la Monarquía Parlamentaria, donde Juan Carlos de Borbón hizo de intermediario, mediador entre las dos Españas para la conciliación en la paz y la democracia.

Es decir se equipara República, la forma de gobierno democrática de la mayoría de los países del mundo, a fascismo y a guerra. Y se hace creer a la gente que la monarquía es la normalidad y que con la III República vendrá otra guerra civil.

España no fue el único país que vivió una guerra. Europa entera se vio envuelta en una II Guerra Mundial con raíces similares a la guerra española. ¿Ha dejado Francia de ser una República por ello?

¿Acaso ha impuesto la CIA la Monarquía Parlamentaria en Alemania e Italia para que no se vuelva a repetir una Guerra Europea o una contienda mundial o para frenar un avance del Partido Comunista? No, tanto Alemania como Italia siguen siendo hoy día Repúblicas.

Una República neoliberal pudo ser la solución para los franquistas en la Transición, dado que a lo largo de la Historia capitalismo y República han ido de la mano (una de las etapas del Imperio Romano, Estados Unidos por poner dos ejemplos), pero claro los fascistas españoles (oligarquía, burguesía, monarquía, ejército e Iglesia Católica) habiendo hundido a la II República y cometiendo genocidio y crímenes contra la humanidad no se iban a echar tierra en lo alto trayendo de nuevo la República y se optó por la Monarquía (hoy día muchos fachas dicen que el verdadero escudo de España es el del águila, es el que figura en el texto original de la Constitución del 78 y es que los franquistas fueron los que trajeron la pseudodemocracia que tenemos). A ello también contribuyó muchísimo Carrillo fragmentando y debilitando a la izquierda en España. Pero en qué parte del mundo se ha visto la bandera del Partido Comunista junto a una bandera monárquica. Si Marx y Lenin hubiesen levantado la cabeza no sé lo que hubiesen dicho, la verdad.

¿Dejarían acaso las grandes potencias mundiales que en España estallara una guerra civil o que se produjera un golpe de Estado estando nuestro país integrado en la OTAN y en la Unión Europea?

¿Por qué hay que tener miedo a la III República en España o sentir rechazo hacia ella? Para la derecha la III República significaría el perfeccionamiento de la maquinaria del Estado, pues incluso la República más democrática del mundo bajo sus valores de libertad, igualdad y fraternidad es dirigida bajo la dictadura de la burguesía. Siguen siendo las clases más altas de la sociedad las que controlan la economía y los medios de producción. Sería una oportunidad del capitalismo español de abandonar el ladrillo e industrializar el país dando prioridad a las energías alternativas. Para la izquierda, la República debería posibilitar más participación de la ciudadanía en consejos comunales por barriadas y los representantes deberían acatar las decisiones vinculantes del pueblo. Esto significaría la democracia construida desde abajo y no la imposición desde arriba por el Estado. La izquierda real debería trabajar también por la nacionalización de los pocos recursos que tenemos, de la industria y redes de comunicación. ¿No les gustaría a los trabajadores votantes del PP acaso tener más participación ciudadana, más poder de decisión en los asuntos del Estado? ¿O a aquellos que votan a partidos independientes de derecha hartos ya del bipartidismo y de la crisis económica? La participación ciudadana es para todos y todas por igual.

Eso sí, República significaría aplicación rigurosa de la Justicia y de los Derechos Humanos. Se juzgarían los crímenes perpetrados por el fascismo al pueblo español, se condenaría aquel genocidio del fascismo hacia el pueblo, la violencia de Estado durante la dictadura fascista ejercida hacia los que no se exiliaron. También todos y
todas las personas implicadas en tramas de corrupción irían a la cárcel, no un año o dos, sino que el castigo sería ejemplar para que aquellos que desearan robar al pueblo en un futuro se lo pensaran dos veces.

Habría que crear un debate acerca de la legalidad de la Constitución del 78, debido a que si la II República fue destruida por un golpe de Estado fascista y un genocidio con la ayuda de Hitler y Mussolini y tras la dictadura debió haber sido restablecida la legalidad republicana, no la monarquía, la Constitución que hoy día tendría validez sería la de 1.931, la de la II República, pues esta forma de gobierno es la que votaron nuestros abuelos, en un noventa por ciento de la población.

Para los Nacionalistas la República Federal puede ser la solución a sus problemas.

Aunque Marx defendiera el Estado unitario (no en el sentido del Estado que aplasta desde el Parlamento al pueblo con su maquinaria burocrática, sino el pueblo organizado en comunas para la destrucción final del mismo) la República Federal puede ser la solución para las nacionalidades históricas en la Península. Una República Federal con el derecho de autodeterminación, centralizada en Madrid, por ejemplo, con una nueva Constitución posibilitaría que cada pequeño Estado (Cataluña, Andalucía, Euskadi, etc.) tuviese su propio poder legislativo, ejecutivo y judicial y su propia Constitución inclusive.

La III República posibilitaría la construcción de un modelo de Nación española consensuado y asumido por todos que fue abortado en nuestro país en tres ocasiones:cuando el Borbón pisoteó la Constitución de 1.812; cuando hicieron fracasar el proyecto de I República; y con el golpe de estado fascista al gobierno legítimo y constitucional de la II República Española.

¿No está harta ya la gente de salir a votar sabiendo que las elecciones es un puro teatro donde nada más tienen posibilidades PP y PSOE, los dos partidos de la monarquía en nuestro país? La gente en este país aborrece, cada vez que hay elecciones, tener que ir a votar. Es como si fuéramos a un restaurante para almorzar y solamente pudiésemos elegir entre dos platos que tienen la particularidad de que que ambos son iguales de asquerosos. Estos dos partidos se dedican a charlar criticándose ante las cámaras de televisión en el teatro del Parlamento, pero tras las bambalinas es donde llegan a negociar; en los aspectos más fundamentales están de acuerdo siendo el bipartidismo un único partido con dos facciones diferentes.

La III República traería una nueva Ley Electoral que favoreciera las candidaturas abiertas y directas y el multipartidismo en el Parlamento.

En la III República podremos votar a nuestro Jefe de Estado, el hombre o mujer que consideremos más preparado para ello y no supeditar el cargo al azar de la unión de un espermatozoide y un óvulo, algo bastante peligroso.

¿No le gustaría a la derecha de este país poder votar a su propio árbitro de la misma manera que el pueblo norteamericano ha votado a Obama o el pueblo francés a Sarkozy? La III República es la única solución para salvar los escollos económicos, políticos, territoriales y sociales y traer la democracia al país, no hay otro camino posible para seguir avanzando.

Y que se enteren ya los fachas y el señor Bono de paso, de que la bandera constitucional tricolor es más española que la bandera monarco-fascista o borbónica.

martes, febrero 02, 2010

Alzaos, hasta que los corderos se conviertan en leones


Alzaos, hasta que los corderos se conviertan en leones.

Javier Parra.

Un país donde la derecha nos roba las calles, los obispos asaltan las tribunas y los lobos se afilan los dientes. Un país donde los políticos tienen un precio y los obreros votan a las derechas. Un país donde la cultura se cubre de polvo, la incultura se pone de moda y la televisión se llena de mierda. Un país donde la democracia es cosa de cuatro, los jueces se cubren de gloria y los reyes se hacen de oro. Un país donde la gente se muere de miedo, los patrones se mueren de risa y los banqueros nos quitan el sueño, ¿es un país de corderos?

No es fácil luchar contra todo un estado de cosas cuando pocos se atreven a declarar la guerra a la corrupción, la incultura, la ignorancia y la injusticia. Y mucho menos cuando los valores de la solidaridad han sido aplastados por los del individualismo, y cuando el sistema ha conseguido enfrentar entre sí a quienes deberían unirse para no dejar piedra sobre piedra del templo de los miserables. Cuando los bancos han puesto de rodillas a millones de trabajadores, no debería quedar uno que no fuera de nuestra propiedad. Cuando cientos de miles de inmigrantes son humillados y encadenados a situaciones de miseria y marginación, ninguno debería quedar sin rebelarse contra la opresión. Cuando a alguien se le pasa por la cabeza recortar el más mínimo derecho social o laboral, el miedo a ser devorado no debería dejarle dormir ni un segundo.

Mientras vivamos en un país donde los trileros del lenguaje sigan hipnotizando corderos, donde los que se llaman “socialistas” violen reiteradamente la memoria de quienes si lo son, o lo fueron, y mientras la gente no recupere la capacidad de soñar y luchar por lo imposible, nada cambiará. Los eternamente utópicos, los infatigables, los imprescindibles seguirán luchando contra gigantes, a pesar de la mirada escéptica de millones de personas. Pero un día, quizá más pronto que tarde, el virus del optimismo de quienes se rebelan una y otra vez contra la injusticia, se contagiará, y nadie conoce vacunas contra el optimismo.

Si se tiran piedras piedras en la dirección adecuada, tarde o temprano se acaba produciendo la avalancha, y entonces no serán trescientos quienes se levanten contra la corrupción, sino 300.000. No serán diez mil los que salgan a la calle contra una Monarquía oscura y antidemocrática, sino cientos de miles. Entonces no serán miles los que defiendan tus derechos en la calle, sino millones. Entonces este país ya no será este país. Pero para eso, alzaos y volved a alzaos, hasta que los corderos se conviertan en leones.

jueves, agosto 20, 2009

EL CULTIVO DE LA IRRITACIÓN (A.ÁLVAREZ-SOLÍS)


El cultivo de la irritación



Gran Bretaña estudia elevar la edad de jubilación a setenta años. Alemania emplea horas extras no abonadas para mantener la producción en algunas grandes empresas. Italia vuelve de lleno a la economía sumergida. España trata de salir adelante con expedientes como prolongar seis meses el subsidio de 420 euros a los desempleados que ya han perdido la protección del paro. Irlanda se derrumba tras el fiasco crediticio. Las naciones del Este viven sin modelo laboral alguno en una anarquía que es motor de emigraciones conflictivas y trágicas...

Frente a todo ello, el presidente Zapatero ve brotes verdes, Sarkozy anuncia luces en el horizonte, la señora Merkel relata algunas señales positivas, Berlusconi dice a sus abatidos acampados tras el drama que piensen en un fin de semana cerca de la prieta urbe. Los poderosos culpan de la situación al propio proceso del mercado, que ha sufrido algunas imprevistas desviaciones. Los gobiernos acusan de inmoralidad financiera a un puñado de poderosos. Los empresarios denuncian el bajo consumo de las masas. Los sindicatos organizan reuniones para salvar su propia existencia.

¿Y las masas? ¿Qué hacen las masas? ¿O es que las masas no tienen responsabilidad alguna? Las masas se complacen en los brotes verdes de Zapatero, en las luces de Sarkozy, en las señales positivas de la señora Merkel, en las gracias de Berlusconi, en las puertas sin muro para salir del Este, en el drama de los atosigados empresarios... Las masas son un agujero negro que se va tragando a sus propios parados, a sus empleados explotados, a sus familias desesperadas, a sus políticos corruptos, a sus campesinos medievalizados, a sus contemporáneos que protestan. Las masas han sido hibernadas y se lamen las uñas en espera del mes de marzo. Creen en los socialistas donde gobiernan los «populares» y creen en los «populares» donde gobiernan los socialistas. Y acuden a la música estridente que pagan los ayuntamientos. Y se mesan los cabellos ante la sonrisa inocente de Kaká o las piernas hermosas de Ronaldo. Y piensan en ganar la liga o tener la copa. Las masas salen a la calle para aupar a los ídolos o cazar una entrada en los festivales de cine.

De vez en cuando unos grupos gritan en la calle vasca contra la injusticia. O en la calle corsa. O en la calle belga. O en las ciudades chinas. Pero esos ciudadanos beneméritos son pequeñas galaxias que engullen los agujeros negros que no dejan escapar ni la luz. En definitiva, son terroristas o lo empiezan a ser o van por esa senda. Hablan de libertad, de soberanía, de revolución social, de derechos nacionales, de socialismo real; denuncian crímenes abyectos que se cometen desde las esferas brillantes; incluso quieren sanidad para todos, empleo para todos, justicia verdadera, libertad de opinión. Hablan como terroristas, luego son terroristas. Se les ve en los ojos, en lo que gritan, en la forma de agitar sus pancartas. Quieren destrozar, como dice el lehendakari López, «los valores de tolerancia y convivencia». Añade que hay que asentar la paz y la libertad en Euskadi, justamente en Euskadi, en donde las mayoría de los periódicos eran «populares» y socialistas, en donde los platós de televisión estaban poblados por «populares» y socialistas o por nacionalistas temerosos de sí mismos, donde la Guardia Civil española, esa gran mancha verde, era la suprema referencia policial... Justamente ahí hay que restaurar la libertad y la seguridad.

Cuatrocientos veinte euros dará Zapatero durante seis meses más a quienes han perdido hasta la ayuda del paro por no haber encontrado empleo. Hagamos cuentas. 420 euros. Oigo a las masas que han devorado a los individuos: «Menos es nada». El individuo es, pues, el escalón anterior a la nada. El Gobierno, por su parte, suma esos 420 euros que da a los gratificados y le salen más 84 millones de euros. Un brote verde. Los parados comen en el pesebre de la macroeconomía, hozan en la estadística. Los empresarios dicen que esa ayuda está bien, pero que hay que ayudar más a la empresa porque la empresa es la madre de todas las batallas. Los empresarios creen firmemente en el libre mercado, pero añaden que lo estropeó la Banca con sus desenfrenos financieros. Por su parte los banqueros aclaran que lo que estropeó la Banca fue el consumo mediante créditos asumidos alocadamente por las masas. Ahí está el origen de la catástrofe: las masas.

Los ingleses habrán de trabajar hasta los setenta años para salvar las pensiones. Son demasiados jubilados para una reserva de pensiones que se ha ido diluyendo en el Estado desangrado en la ayuda poderosa a los financieros y a las multinacionales. Hay que reactivar. De momento creemos empleo firme, armado, en Afganistán, en Irak, en las revueltas africanas... Más brotes verdes.

Disciplina inglesa: un ser puede trabajar hasta los setenta años porque ha aumentado notablemente su esperanza de vida. El cálculo mecánico. De lo que no se habla es de cómo se llega a los setenta años. No se ha calculado que el alargamiento físico de la existencia no se corresponde con un aumento de la complejidad intelectual, no se tiene en cuenta la evolución emocional, soslaya el crecimiento moral. El hombre de setenta sigue siendo un hombre intelectualmente disminuido, físicamente agotado, emocionalmente cansado. El hombre no se ha desarrollado al ritmo de la máquina. La informática hace rodar los números -uno, cero, uno, cero, uno, cero...- vertiginosamente, pero el hombre sube lentamente la ladera de sus años, muchas veces penosamente. El hombre no es uno-cero-uno-cero-uno- cero... La especie humana no ha sido reciclada espiritualmente para acomodarse a las máquinas, como el banquero no ha sido reciclado moralmente para manipular el dinero. Lo tiene cerca y lo hurta. Seguirá hurtándolo. Para facilitarle moralmente la tarea, que ha vuelto a reiniciar con la ayuda del Gobierno, se han creado las facultades de Ciencias Empresariales.

Convertir en universitario todo aquello a lo que quiere revestirse de honorabilidad e intangibilidad es la gran trampa de la civilización capitalista. Por eso los obispos, los millonarios, los militares y los políticos de que se sirven no quieren que la educación sea pública e igualitaria. Hay que producir desde el origen dos tipos de seres: los que nacen armados y sublimes, como Palas Atenea -a la que por eso se le atribuye sabiduría- y los que nacen bajo el nivel de las aguas. Hombres como dioses y hombres como ranas. Un autor heleno, partidario de la democracia ateniense, que duró bien poco, escribió ya acerca de las ranas.

Me dicen habitualmente los que deciden quiénes hablarán o no en los medios de comunicación: «Usted lo mezcla todo». No es así. «Son ustedes los que me mezclan». Soy un trabajador, pero no sé si en paro, eventual, a tiempo parcial o por relevos. No sé si tengo derecho a la vida o la vida la he dilapidado al aceptar una oferta para comprar una casa en cincuenta años o un automóvil en diez. Soy una mezcla de animal en formación y ciudadano renove. Claro que lo mezclo todo. Y cuando me extraen de esa sopa oscura me dan 420 euros con la condición de que me forme ¡Pero si yo ya estaba formado! Franco hacía todo esto más patriótico: enviaba a la juventud al servicio militar y allí les enseñaban a conducir los camiones grises de la 80ª División. Lo demás era cuestión de universidades laborales y de Guardia Civil, la verdadera mancha verde de que pueden blasonar los socialistas, si cierran los ojos a su propia historia. En último caso, era asunto de la brigada político-social, ahora brigada de información. ¿Y para esto tanto Inem?