domingo, enero 29, 2006

A por la Tercera



Vázquez de Sola llama a organizarse en un movimiento por el advenimiento de la III República Estamos organizándonos con vistas a crear, en Granada, un movimiento en pro del advenimiento de la III República. No creemos en la República como panacea universal, sino como la única organización cívica donde la democracia es un hecho incuestionable. Esto dicho, ni todas las repúblicas son absolutamente buenas, ni todas las monarquías –su antítesis- totalmente abominables. Repúblicas imperialistas, horrendas, injustas, se dan –ver los Estados Unidos de América-; por el contrario, monarquías fraternales, democráticas y humanas, jamás. Son conceptos consustancialmente contradictorios: la monarquía se basa en la superioridad de unos seres sobre otros, por derecho de herencia. La República no es necesariamente una opción política, económica o filosófica. Ser republicano o republicana es, simplemente, una manifestación de dignidad: la dignidad de la persona humana se siente menoscabada cuando alguien, por el simple hecho de llamarse Capeto, o Saboya, o Borbón, puede ser, desde su nacimiento, acreedor al tributo y vasallaje de quien se llama Pérez o Dupond o Zaccarias. Porque, para ser rey, no cuenta la capacidad intelectual, ni la voluntad en el trabajo, ni la honestidad, ni la bondad: únicamente el apellido, la Gracia de Dios, o la real gana de algún dictadorzuelo. En 1931, filósofos, escritores y artistas se organizaron en tertulias, debates y ateneos, donde se producían gritos en el cielo y en la tierra actos. A muchos les costó la vida, como a nuestro Federico García Lorca. Así, pacíficamente, sin más fuerza que la de la razón, y sin más violencia que la verbal, floreció la República, aquel 14 de abril, nacida gracias a personas honestas e ilustres –a más de infinitos anónimos-, que lucharon por su instauración, y cayó, traicionada por cuatro militarotes, con la complicidad del fascismo internacional. Ahora no se trata de añorar lo que fue 1931, hoy también somos muchos los que creemos en la República, tal vez aún más, pero los consensos contra natura, la dificultad de expresar opiniones contrarias a las oficiales, nos ningunean. La República que fue y la República que será, no puede entenderse como un antes y un después en nuestra Historia: es un siempre. Así lo entendemos, al menos, miles de españoles, entre otros, el que suscribe. VAZQUEZ DE SOLA La dirección de esta noticia es: http://www.insurgente.org/modules.php?name=News&file=article&sid=3605

jueves, enero 26, 2006

Esta no es mi España

Esta no es mi España
LLUÍS FOIX - 26/01/2006 - 00.04 horasCatalunya no puede salir de los focos irracionales que se centran sobre ella. No sé cómo terminará el Estatut al final del proceso que acabaría con el referéndum preceptivo entre los catalanes. El líder popular, Mariano Rajoy, anuncia la recogida de millones de firmas para obligar al gobierno a celebrar un referéndum en toda España aunque se trate de una ley orgánica aprobada por el Congreso de los Diputados.Los Papeles de Salamanca salieron de la capital castellana hace seis días y se encuentran encallados en Madrid por una decisión de la Audiencia Nacional respondiendo a la demanda del ayuntamiento salmantino. El republicano Joan Puigcercós ha hablado de “golpe judicial”. No se recuerda tanta urgencia en la Audiencia Nacional para dirimir una decisión adoptada por una ley del Parlamento.La más rancia visión sobre la unidad de España se cierne sobre nosotros y nos llena de temor porque lo importante parece que no sean los papeles o el texto estatutario. Lo importante es que Catalunya ha propuesto una nueva relación con España que, dicho sea de paso, volverá a Barcelona sin vulnerar la Constitución que tanto defienden quienes no la votaron.Para los que nos sentimos cómodos en España sin intención de irnos a ninguna parte, los que escribimos en castellano y en catalán, los que nos sentimos en casa cuando nos encontramos en Burgos, Sevilla o Lugo, nos duele tanta irracionalidad, tanta pasión y tanta incomprensión. Tanto griterío.El debate o el problema no es nuevo. Voy a citar algunas frases pronunciadas por gobernantes o escritores españoles en los últimos siglos. Decía el Conde Duque de Olivares que “el primer negocio y el mayor es allanar Cataluña”. Esto ocurría en el siglo XVII. El jefe de la policía barcelonesa, Martínez Anido, escribía al general Primo de Rivera que inauguró las dictaduras en España el siglo pasado, lo siguiente: “hay que llenar a Cataluña de lo peor que tenga España”. El general Baldomero Espartero bombardeó Barcelona en nombre de la unidad hispana en 1856. En la revista Ejército y Armada, se escribía en 1906 que "hay que castellanizar a Cataluña... Hay que pensar en español, hablar en español y conducirse como español, y esto de grado o por fuerza. El soldado y el marinero catalán deben ir a servir a otras regiones de España para frecuentar otro trato y adquirir otros hábitos y costumbres... El día 1º de febrero no debe haber un solo soldado en la región catalana siendo substituidos por los de las demás provincias españolas, llevando allí la mayor guarnición posible y manteniendo el estado de guerra". Manuel Azaña cuenta en sus Memorias que “una persona de mi conocimiento asegura que es una ley de la historia de España la necesidad de bombardear Barcelona cada cincuenta años”. Era el presidente que al término de la guerra civil escribía aquel epitafio de “paz, piedad, perdón” que resumía sus frustraciones después de las barbaridades cometidas por unos y por otros.El general Millán Astray, el que gritó “viva la muerte” y “muera la inteligencia” ante el rector Miguel de Unamuno en la Universidad de Salamanca, pronunció en 1936 las siguientes palabras: "Cataluña y las provincias vascas, son cánceres en el cuerpo de la nación. El fascismo, que es el sanador de España, sabrá cómo exterminarlas, cortando en la carne viva, como un decidido cirujano libre de falsos sentimentalismos". La dureza del debate político sobre el Estatut no alcanza los niveles de épocas pasadas. Pero el espíritu que lo alimenta es muy parecido. Estamos en la Unión Europea, el ejército no puede dar ningún golpe porque no cuenta con la fuerza suficiente y el país ha alcanzado una cotas muy notables de bienestar. A los que se oponen con tanta ira al Estatut, que será constitucional, les invito a que se calmen, que no resuciten los fantasmas de antaño, que piensen que si este proceso sale mal para Cataluña será muy nocivo para los catalanes. Pero también para los españoles. Reproduzco un párrafo de Suso del Toro publicado en El País el pasado 26 de noviembre. “¿Y España? ¿Qué será de España? Si repudian a los catalanes y su Gobierno, si boicotean sus productos, es que quieren echar a Cataluña de España. Pero una España sin Cataluña sólo es “su” España, la de aquellos generales que quisieron hacer de “Bilbao una fábrica, de Madrid una capital y de Barcelona un solar”. Esta es una España afortunadamente superada. En cualquier caso, no es la mía. http://foixblog.blogspot.com

sábado, enero 21, 2006

El potencial industrial y deportivo de un pueblo(de una nación).





Este año, como casi todos,Catalunya ha sido la referencia mundial en deportes de motor.Con seis Campeonatos mundiales de motociclismo, el París-Dakar y el subcampeonato de las CART series americanas,este pequeño y cojonudo país ha demostrado hasta donde se puede llegar con trabajo, imaginación y esfuerzo; partiendo de casi cero. El potencial catalán en el segmento deportivo de las especialidades de motor no es novedoso; ya en los años cincuenta con Montesa, en los sesenta con Bultaco, Ossa, Montesa, Derbi y Mototrans-Ducati, el mundo entero supo de la existencia de nuestra industria y de la calidad de sus productos, comparables a los mejores; aún estando integrados en un Estado comparable a los peores y más sanguinarios del orbe.
A finales de los años sesenta, un joven ingeniero catalán Eduard Giró " el tècnic", hijo de los propietarios de la fábrica "Orfeo Sincronics S.A.", llevó su proyecto fin de carrera (un motor con válvula rotativa) a la producción en talleres.De ahí salió la que luego sería una máquina que daría que hablar a toda la prensa especializada y que, en manos de un piloto madrileño afincado en Bilbo llamado Santi Herrero, asombraría al público internacional y serviría de referencia para que los japoneses hiciesen clones de su revolucionario chasis monocasco de magnesio.
Santi Herrero se dejó la vida en el épico Tourist Trophy de la Isla de Man de 1.970 mientras iba líder en el Mundial,y el desarrollo de aquella maravilla mecànica quedó paralizado.Ya se estaba probando un prototipo de 500 cm3 en Monza por el mismísimo Phil Read, cuando aquello pasó...

Un bramido más bello que el de Pavarotti.(En catalàn, por supuesto,los Pegaso se fabricaban en Barcelona)









Antes de verlos, unos minutos antes, los oías.Música celestial para los oídos de unas criaturas nacidas y educadas en la España de los 50/60 que era como decir en la Albania de hoy.En mi ciudad, concretamente, había uno color crema precioso. Descubierto, con sus ruedas Borrani de radios con palomilla central se erigían en el sueño de cualquier niño de la época (los mayores habían perdido los sueños y hasta las realidades bajo las zarpas del régimen fascista).Se hicieron 89, creo.Todos preciosos.La mecànica también nos sabe entregar obras de arte y Pegaso es una de las más excelsas...

jueves, enero 19, 2006

Los costes políticos del silencio histórico /Vicenç Navarro

Los costes políticos del silencio histórico Vicenç Navarro EL PAÍS 19 de Enero de 2006 La limitada simpatía a nivel popular que las propuestas del Estatuto aprobadas por el Parlamento catalán han tenido en España, junto con las dificultades que el Gobierno socialista español ha encontrado en poder aprobarlo, sin que ello pudiera suponerle un coste electoral, es el precio que las izquierdas están pagando por su complicidad en el silencio que ha existido en España sobre lo que fue la República (que aceptó la plurinacionalidad de España), lo que significó la dictadura y cómo se realizó la transición (en términos muy favorables a las fuerzas conservadoras). Tal silencio supuso, en la práctica, la aceptación de la visión conservadora de España promovida durante la dictadura y aceptada después en la transición: una España uniforme, que negó la plurinacionalidad de España, incluso a costa de interrumpir su existencia con un golpe militar el año 1936. Las únicas comunidades autónomas que rompieron este silencio fueron Cataluña y el País Vasco, que, bajo gobiernos nacionalistas conservadores, reescribieron la historia de España, presentando la Guerra Civil como un conflicto entre España, por un lado, y Cataluña y el País Vasco, por el otro. Al hacerlo, ignoraron que la Guerra Civil fue predominantemente una lucha de clases, en la que las clases dominantes de Cataluña y el País Vasco apoyaron, en general, el golpe fascista militar, aunque hubo también un conflicto interterritorial, consecuencia de la victoria de la España centralista uniforme de los golpistas (que se autodefinieron como nacionales) sobre la España plurinacional liderada por las fuerzas republicanas populares y de izquierdas, las cuales también protagonizaron en Cataluña y en el País Vasco la lucha por la identidad nacional catalana y vasca durante la dictadura, hecho ignorado en la historiografía nacionalista conservadora catalana y vasca. En el resto de España, las izquierdas, que habían sido las protagonistas en la lucha por la justicia social, la libertad y las identidades nacionales (a lo largo de toda España hubo manifestaciones ilegales durante la dictadura bajo pancartas que pedían libertad para España y Estatuto de autonomía para Cataluña), aceptaron durante la transición una Constitución que reproducía una visión de España predominantemente uniforme, que negó su plurinacionalidad y que incluía elementos que significaban una clara renuncia a muchas aspiraciones que las izquierdas habían tenido históricamente en España, aceptando, entre otras concesiones, la existencia de una Monarquía, convirtiéndose sus símbolos en los símbolos del Estado español, transformándose la bandera borbónica, que fue la bandera del bando franquista (con eliminación de sus símbolos fascistas), en la bandera española, y una Marcha Real en el Himno Nacional; la consolidación de la escuela privada (mayoritariamente de propiedad de la Iglesia) como paritaria con la escuela pública; la perpetuación de los privilegios de la Iglesia católica; la asignación del Ejército como garantía de la unidad de España (convirtiéndole así en un organismo policial de carácter doméstico); una excesiva protección de la propiedad privada (que está dificultando, por cierto, la resolución del enorme problema de la vivienda en España), y otras muchas concesiones que fueron aceptadas a cambio de muchos otros aspectos de la Constitución que fueron y continúan siendo auténticamente progresistas. Entre éstos, el más importante fue la aceptación por parte de las fuerzas conservadoras de que todo poder y legitimación en el Estado español procede de la voluntad popular, hecho que históricamente las fuerzas conservadoras en España no habían respetado. Otra gran cesión por parte de las izquierdas fue el silencio sobre su propia historia, así como la aprobación de la amnistía para los responsables de las violaciones de los derechos humanos realizadas durante la Guerra Civil y durante la dictadura, pertenecientes en su mayoría a las fuerzas conservadoras y derechistas en España. Se me dirá que, considerando la correlación de fuerzas en aquel momento, no había otra alternativa. Pero aun aceptando tal lectura del momento histórico, el silencio que las izquierdas adoptaron fue no sólo una profunda injusticia, sino también un gran error político, pues permitió la perpetuación de la visión conservadora de España, uniforme, centralista y esencialista, que se convirtió en la visión dominante de lo que es España, hecho que se interpretó erróneamente como la desaparición de las dos Españas. Silencio significó acatamiento, reproduciendo una enorme ignorancia de lo que fue la otra España, la republicana, que históricamente fue siempre la que luchó por la libertad, por la justicia social y por la diversidad de los distintos pueblos y naciones de España, silencio que incluso alcanzó situaciones extremas como la prohibición de la bandera y del himno republicanos. Aunque las izquierdas guardaron silencio, no lo hicieron las derechas, que continuaron promoviendo su visión de España, honrando -como hace constantemente la Iglesia católica- a sus muertos, presentando al bando republicano como el responsable de sus muertes. Las izquierdas, en lugar de estar silenciosas, tendrían que haber mostrado -en los medios públicos de información televisiva y radiofónica que tenían a su alcance- el papel antidemocrático que la Iglesia tuvo durante la República en defensa de sus intereses corporativos, realizados a costa de los intereses de las clases populares, lo cual explica -aunque no justifica- que sectores de estas clases populares decidieran en muchas partes de España -incluyendo Catalunya- tomar la justicia por sus manos el 19 de julio (el día después del golpe militar). Las izquierdas, sin embargo, callaron, subvencionando extensamente a la Iglesia, y ofreciendo los medios públicos de información y persuasión televisivos y radiofónicos para la promoción de su ideario. Este olvido por parte de las izquierdas de sus raíces históricas fue acompañado de una dilución de su ideología, sustituyendo ésta por un deseo e imagen de modernización que diluyó su especificidad. En lugar de presentarse como herederos de la República -que fue, por cierto, la época más modernizada de la historia de España en la primera mitad del siglo XX- enfatizando el discurso (narrativa y terminología) de izquierdas, éste fue sustituido por un patriotismo constitucional, tal como ocurrió también en Alemania, olvidando que en aquel país el nazismo ganó unas elecciones y gozó de un gran apoyo, mientras que en España el fascismo se impuso tras una enorme resistencia popular de tres años, a pesar del apoyo militar que Hitler y Mussolini dieron al bando golpista nacional. En Alemania, la Constitución significaba la necesidad de olvidar un pasado colectivo. En España, las izquierdas no tenían por qué olvidarse de las conquistas sociales de la República y de la resistencia frente al golpe fascista y a la dictadura. En realidad, el gran temor de las derechas -como ha quedado reflejado en muchas de las declaraciones de sus dirigentes- es que las izquierdas quieran conseguir los derechos políticos y sociales que el alzamiento militar interrumpió durante la República. Pero este olvido llega a situaciones extremas cuando la visión "nacional" centralista se reproduce en sectores de la izquierda que están anteponiendo su nacionalismo a los compromisos que las izquierdas debieran siempre tener con las clases populares, tal como ocurre cuando exigen al Gobierno socialista español que cambie de alianzas y se apoye en el partido de las derechas catalanas en lugar de un partido de izquierdas (por ser independentista). Tales voces muestran gran desconocimiento de Catalunya (en la que la mayoría de catalanes nos sentimos españoles), donde veintitrés años de Gobierno de derechas fue una de las causas del escaso desarrollo de los servicios públicos tales como educación, sanidad, servicios de ayuda a la familia y otros, y ello como resultado de su apoyo a los servicios privados, situación que ha cambiado significativamente con el nuevo Gobierno catalán (que incluye el partido independentista). Es más, cuando los gobiernos españoles gobernaron con el apoyo de las derechas catalanas 1993-2000, el gasto público social por habitante descendió (primero, en términos absolutos, y después, en términos relativos) en comparación con la UE-15. Esta situación ha cambiado significativamente a partir del nuevo Gobierno español, y ello como resultado de la presión realizada por las izquierdas (incluyendo ERC), de la cual las clases populares, no sólo de Cataluña, sino de toda España, se están beneficiando. ¿Hasta cuándo antepondrán el nacionalismo centralista a su compromiso con las clases populares? http://www.nodo50.org/unidadcivicaporlarepublica/Opinion%202006/costes%20politicos.htm

sábado, enero 14, 2006

La utilidad de la "ley" de partidos /J.Ortiz

http://www.javierortiz.net/apuntes.htm La utilidad de la Ley de Partidos (Viernes 13 de enero de 2006) Rajoy afirma que sostener, como la hecho Rodríguez Zapatero, que la Ley de Partidos, que sirvió para ilegalizar a HB —y para nada más: fue una ley ad hoc—, es difícilmente compartible con el ejercicio de derechos fundamentales, como el de reunión, constituye «un hecho sin precedentes en un país democrático». El asunto presenta varias vías de aproximación. Primer punto: que la ilegalización de HB, esencia de la Ley de Partidos, no sólo no facilita, sino que representa un error jurídico y un obstáculo para la resolución de los problemas reales de la sociedad vasca no es una idea nueva. Fue expresada con mucha claridad ya en 1996 por el entonces candidato a la Presidencia del Gobierno, José María Aznar, quien declaró a la revista Época (número 575) que esa ilegalización le parecía «una cuestión absolutamente estéril». Y añadió: «Hay que actuar contra las personas que amparan, jalean o hacen apología del terrorismo, contra personas concretas». Insistió en la idea: para él —para el él de entonces—, ilegalizar HB era «un camino equivocado». Que luego él y los suyos cambiaran radicalmente de opinión no justifica que pasaran a descalificar de arriba a abajo a los que no hicieron esa pirueta. Segundo punto: ¿es «un hecho sin precedentes en un país democrático» que un Gobierno opte por aplicar de manera flexible —dicho más claramente: por no aplicar en determinadas circunstancias— leyes restrictivas de las libertades cuya estricta puesta en práctica se revela o bien políticamente perjudicial o bien contradictoria con otras leyes, incluso de rango superior? En absoluto. Por no hacer referencia sino a un ejemplo de género similar, sólo que mucho más grave: es bien sabido que el Gobierno de Londres toleró durante muchos años numerosas actividades que era público y notorio que estaban inspiradas por el IRA, entre otras cosas porque aparecían encuadradas por personas encapuchadas y metralleta en mano. Tercer punto: actuaciones gubernamentales como ésas tienen sentido, y pueden resultar comprensibles, cuando los gobernantes entienden que se trata de leyes útiles en términos generales, aunque de inconveniente aplicación en tal o cual caso concreto. Pero, cuando el conflicto lo generan leyes cuyo sentido se ha revelado esencialmente perjudicial, lo que procede no es dejar de aplicarlas en algunos supuestos específicos, sino derogarlas. La Ley de Partidos ha demostrado que no ayuda en nada al encuentro de vías para la pacificación y la normalización de Euskadi. A lo que parece, ésa es la conclusión a la que está llegando —o ha llegado ya— Rodríguez Zapatero. No se me ocultan las dificultades político-mediáticas con las que puede toparse para proceder a la derogación de esa Ley, pero es por ahí por donde debería enfilar. Del mismo modo, y por las mismas razones, entiendo el empeño con el que los dirigentes del PP defiende esa Ley. Porque lo que quieren es que se mantenga el grado máximo de crispación y hostilidad. De eso se han alimentado políticamente durante los últimos años. Y no quieren quedarse en ayunas.

domingo, enero 08, 2006

Aquella Segunda República / Rosa Regás


AQUELLA SEGUNDA REPÚBLICA • Los fascistas reescribieron la historia para poder justificar su insurgencia como inevitable ROSA Regàs Escritora y directora de la Biblioteca Nacional Cada año recordamos aniversarios históricos, centenarios de autores y artistas, fiestas religiosas que se han apropiado del calendario o hazañas señaladas que deseamos celebrar porque provocaron gozo y progreso en el país, o recordar para no repetir, porque nos sumieron en el dolor, la miseria o la vergüenza. De todos ellos, la Segunda República, cuyo 75° aniversario conmemoramos este año 2006 es, a mi modo de ver, el más ineludible, porque sobre ella, la República, ha caído la tergiversación histórica con la falsificación de sus aciertos y logros por parte de los actuales revisionistas, justos herederos de los ejércitos y sus secuaces que la desbancaron del corazón de los ciudadanos, de la usanza de las instituciones, del camino abierto al progreso que se había iniciado en el año 1931. Un aniversario, pues, necesario para hacer justicia histórica y borrar del imaginario de tantos ciudadanos aquella versión de los sediciosos destinada a hundirla en el desprestigio más soez y justificar así el miserable proceder de los golpistas. De todos los embustes, gazmo- ñerías y falsedades que nos impusieron en los 40 años de dictadura, tal vez el peor sea el de haber reescrito con saña la historia más reciente, la de la Segunda República Española, atribuyéndole desórdenes y caos que nunca habrían sido posibles sin la directa intervención de las derechas que, como siempre que pierden las elecciones, se sienten ultrajadas, mejor dicho desvalijadas y saqueadas, como si de verdad España les perteneciera como la finca que heredaron de sus mayores, gobernada con mano dura durante tantísimos siglos de absolutismo y tiranía. Fueron los fascistas los que impusieron esta versión en escuelas, universidades, instituciones y templos y, lo que es peor, en el corazón y la mente de los ciudadanos amedrentados por el terror, como un nuevo dogma que había de regir, junto a tantos otros, los destinos de la patria. Falsa versión de los hechos tanto más respetada por contar con la aprobación y el entusiasmo del poder sobrenatural representado por obispos y cardenales, y garantizada por la aquiescencia a cambio de poder de Pío XII, que bendijo con vehemencia la brutal represión y la dictadura. ASÍ, AÚN HOY,se sigue defendiendo que el golpe de Estado fue inevitable para desactivar una revolución roja que estaba calando en España. No hay un solo historiador que de verdad lo sea --no me refiero, por supuesto, a los revisionistas excomunistas tan en boga hoy-- que defienda tal tesis. Todo lo contrario. El Gobierno republicano de 1936, el año del golpe de Estado, definió su programa diciendo: "La República que conciben los partidos republicanos no es una República dirigida por motivos sociales o econó- micos de clase, sino un régimen de libertad democrática, impulsado por razones de interés público y progreso social". Se justifica también el golpe por los desórdenes y asesinatos cometidos por elementos no oficiales enfurecidos ante la noticia de lo que los fascistas llamaron el Alzamiento Nacional. Es cierto que durante la guerra hubo venganzas personales y ajusticiamientos en la zona republicana, pero en ningún caso pueden ser atribuidos al Gobierno de la República. Nos guste o no, los asesinatos en la zona republicana los cometieron incontrolados que actuaron por su cuenta, no el Gobierno de la República, que bastante tenía con los diversos frentes de guerra sobre todo cuando los países democráticos de Europa y Estados Unidos abandonaron España a su suerte; y en cambio, los asesinatos en la zona nacional y los cometidos hasta 1950, ya en plena paz franquista, fueron perpetrados legalmente por el nuevo Gobierno y siempre en nombre de Dios. Pero lo más significativo de la República, lo que se ha ocultado, es la política que aplicó en cinco años sobre aspectos tan fundamentales como la libertad, los derechos fundamentales, la cultura, la sanidad o la educación, con tan asombrosos resultados que algunos de ellos no se han vuelto a alcanzar ni siquiera hoy, 75 años después de proclamarse la República. Si pensamos cómo era España entonces y la cultura que la Repú- blica logró desarrollar en escuelas, cárceles, barrios y aldeas, y que continuó con igual intensidad durante la guerra, nos emocionamos hasta las lágrimas. Maestros, bibliotecarios, profesores, asistentes sociales, y tantos otros, dieron lo mejor de sí mismos por una causa que jamás había alumbrado el país, y que se extendió a todos los demás estamentos de la ciudadanía. Fueron sólo cinco años, es cierto, pero fue el más bello y colosal impulso modernizador y democratizador que había vivido el país en toda su historia. COMO DICEel Manifiesto para conmemorar el aniversario de la República que está circulando por el país: "Hoy, 75 años después, no queremos seguir lamentando la triste brutalidad de aquel retroceso, sino celebrar la emocionante calidad de los logros que le precedieron, y agradecer la ambición, el coraje, el talento y la entrega de una generación de españoles que creyó en nosotros al creer en el futuro de su país". Un aniversario que deberían aprovechar las escuelas para reparar el silencio que han mantenido sobre la Segunda República no sólo durante la dictadura sino también en los años de democracia, un silencio que selló la transición pero que ya va siendo hora de denunciar, de modo que los estudiantes conozcan de una vez esta parte tan hermosa de la historia de nuestro país y entiendan que con la fe en las ideas democráticas, aún contando con la desleal oposición, es posible avanzar hacia un mundo un poco mejor. http://www.elperiodico.com/default.asp?idpublicacio_PK=5&idioma=CAS&idnoticia_PK=270866&idseccio_PK=5&h=060108

sábado, enero 07, 2006

No todo el catalanismo es nacionalista.(Jordi García Soler)

No todo el catalanismo es nacionalista
JORDI GARCÍA-SOLER
EL PAÍS - 07-01-2006

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Hasta los inicios de la ahora tan denostada transición que nos llevó de la dictadura al actual sistema democrático, el denominador común de la práctica totalidad de las fuerzas políticas catalanas, junto con su oposición a la dictadura y su reivindicación y defensa de la democracia, era el catalanismo. Un catalanismo plural, que abarcaba todo tipo de propuestas, desde las de un regionalismo descentralizador hasta las del independentismo, pasando por el autonomismo, el federalismo, el confederalismo, el nacionalismo, el soberanismo e incluso el independentismo defensor de una entidad política de nueva planta, no sólo de Cataluña sino también del País Valenciano, las Islas Baleares y los territorios catalanes de Francia. Únicamente en los primeros años de la renovada democracia comenzó a utilizarse el término nacionalismo como referente ideológico identificador de alguna formación política, en concreto de CDC, que llegó a plantearse incluso la posibilidad de pasar a denominarse Partit Nacionalista de Catalunya.
Como movimiento que reclama el reconocimiento de la personalidad política de Cataluña, el catalanismo tiene sus orígenes en la primera mitad del siglo XIX, con la defensa que Joaquim Rubió i Ors, Lo Gaiter del Llobregat, hizo, en 1841, de la independencia cultural y lingüística de Cataluña. Las reivindicaciones carlistas de los fueros históricos fueron una de las expresiones iniciales del catalanismo, que entre los republicanos se expresaba a través del federalismo mientras que los liberales propugnaban la descentralización de la monarquía constitucional. Víctor Balaguer reivindicaba una organización autónoma integrada por los territorios que habían formado la Corona de Aragón; Francesc Pi Margall y Valentí Almirall defendían el federalismo desde posiciones progresistas, y Francesc Romaní i Puigdengolas lo hacía desde el conservadurismo; se creaban publicaciones y todo tipo de grupos catalanistas; Narcís Roca i Farreres pedía una Diputación General de Cataluña; Joan Mañé i Flaquer publicaba El Catalanismo; se celebraba el I Congreso Catalanista... Así llegamos a 1885, con el Memorial de Greuges presentado a Alfonso XII por políticos, intelectuales e industriales catalanes; a la edición de Lo catalanisme, de Valentí Almirall, y de El regionalismo, de Joan Mañé i Flaquer, así como a la fundación de la Lliga de Catalunya como escisión conservadora de Centre Català. Emergen nuevas figuras catalanistas, como Lluís Domènech i Montaner, Enric Prat de la Riba y Josep Torras i Bages. Los dos primeros lideran las Bases per a la Constitució Regional Catalana, conocidas como Bases de Manresa. Ya entonces, sin renunciar nunca al denominador común del catalanismo, se expresaban opciones diversas, como las específicamente nacionalistas del Comitè Nacionalista Català, pero se creaban la Lliga Regionalista y la Societat Catalana Federal, Prat de la Riba publicaba La nacionalitat catalana y triunfaba la Solidaritat Catalana, que reunía desde carlistas hasta republicanos federales. Surgen nuevas figuras, tan variadas como Lluís Duran i Ventosa, Jaume Carner, Lluís Companys, Pere Coromines, Francesc Layret y Francesc Macià, que funda la Federació Democràtica Nacionalista y más tarde intenta el asalto armado por Prats de Molló. Se crean los primeros grupos inequívocamente independentistas, como el Partit Separatista Revolucionari de Catalunya, Estat Català y Palestra. Mientras Francesc Cambó escribe Per la concòrdia, Jaume Bofill i Mates publica L'altra concòrdia. Se produce la efímera proclamación de la República Catalana, en 1931, y un año después se aprueba el primer Estatuto de Autonomía de Cataluña, derogado por la fuerza de las armas tras la victoria franquista en la Guerra Civil. ¿Por qué el cata-lanismo, que sin duda fue el denominador común y el principal elemento aglutinador de la práctica totalidad de las fuerzas políticas catalanas democráticas, es menospreciado y ninguneado ahora por una parte significativa de nuestros opinadores? No es ni será nunca desde el adanismo de quien pretende ignorar el pasado o hacer como si no hubiese existido como se puede avanzar. El catalanismo es y debe seguir siendo el punto de encuentro desde el que la inmensa mayoría de la sociedad catalana avance. Sin renunciar a la diversidad de las opciones políticas, todas ellas legítimas si se producen en democracia, lo que sigue uniendo e identificando a la inmensa mayoría de quienes vivimos y trabajamos en Cataluña es el catalanismo. Sólo avanzaremos desde la fuerza que da la unidad, y la unidad sólo es posible alrededor de un denominador común.

viernes, enero 06, 2006

Vuelta al pasado


El general jefe de la Fuerza Terrestre, José Mena Aguado, alertó hoy 'de las graves consecuencias que tanto para las fuerzas armadas como institución como para las personas que las integran podría conllevar la aprobación del Estatuto de Cataluña en los términos que está planteado'.En su intervención durante el acto de la Pascua Militar celebrado en Sevilla, el general Mena recordó que 'siempre he recalcado que los militares no debemos entrar en disquisiciones políticas, que lógicamente corresponden a los políticos, ahora bien, es nuestra obligación alertar' de las consecuencias de aprobar la actual propuesta de reforma del Estatuto catalán.Según Mena, 'el hecho de que en una autonomía sea exigible el conocimiento de su lengua particular es una aspiración desmesurada que obligaría en las fuerzas armadas a regular los destinos a esa autonomía de la misma forma que actualmente se regulan los destinos en el extranjero'.El jefe de la Fuerza Terrestre recordó que 'afortunadamente, la Constitución marca una serie de limites infranqueables para cualquier estatuto de autonomía, de ahí que reitero mi mensaje de tranquilidad'.Sin embargo, recalcó que 'si esos límites fuesen sobrepasados, lo cual en estos momentos afortunadamente parece impensable, sería de aplicación el artículo octavo de la Constitución: las fuerzas armadas, constituidas por el Ejercito de Tierra, la Armada y el Ejercito del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad, y el ordenamiento constitucional'.

Boadella puede sentirse satisfecho

Parece que por fin ha encontrado a un compañero de viaje para su entrada triunfal con los tanques por la Diagonal.Y éste tiene asignados tanques de verdad, con lo que ya ha resuelto el atrezzo de su última payasada.Espero que Catalunya y los catalanes sepan agradecer a Boadella y a los quince pijos que se agrupan bajo la marca "Ciutadans de Catalunya",las certeras directrices que han hecho llegar a destino.Lo espero.Y espero que el "hijo orgulloso del falangista",a la sazón ministro del ramo, despida al empleado infiel, como corresponde en una democracia homologada