lunes, julio 23, 2007

Las princesas no mean perfume

Las princesas no mean perfume
Joaquim Pisa
Si yo fuera Albert Monteys, director de la revista humorística El Jueves, las próximas Navidades le enviaría un jamón ibérico al juez Del Olmo, en justo pago a la extraordinaria labor que está desarrollando el señor magistrado en pro de la difusión mundial de esta modesta revista barcelonesa (70.000 ejemplares de tirada). Ni el más delirante director de marketing habría soñado una campaña promocional tan barata y eficaz como la que le ha organizado Su Señoría a El Jueves.La cosa es que esta revista publicó en portada una caricatura en la que los príncipes Felipe y Letizia aparecían dándole al tran-tran por aquello de conseguir los 2.500 euros por recién nacido prometidos por Zapatero, medida oportunista y bastorra que ya comentamos aquí. Como reacción oficial, y aunque parezca increíble en pleno año 2007, el juez Del Olmo, al parecer a instancias del Fiscal General del Estado, le ha metido un paquete a la revista. Y no un paquete cualquiera sino un paquete a la usanza de los viejos tiempos, con la policía “secuestrando” los ejemplares de El Jueves en los kioskos e intentando intervenir en la redacción el material con el que supuestamente se había confeccionado e impreso la caricatura. Talmente como en aquellos tiempos en los que en la tele lloraba Arias Navarro y en la calle reinaban los “grises”.La verdad es que el dibujillo de marras es grosero y zafiote, como bastantes otras caricaturas que El Jueves ha ido publicando sobre múltiples temas a lo largo de sus más de 30 años de existencia. La afición a la escatología de esta publicación viene de antiguo. Sin embargo lo que al parecer ha escocido en muy selectos círculos ha sido más que esa imagen de la principesca pareja con el culo al aire y metidos en faena, el comentario que se pone en boca de Felipe de Borbón en el sentido de que ese “ejercicio” recompensado económicamente por el Gobierno es la vez en su vida en que más cerca habrá estado de hacer un trabajo.Dicen que quien ha saltado como una pantera con este asunto ha sido Letizia Ortiz, señora de Borbón y princesa consorte española, ya saben, la señorita asturiana hija de una enfermera afiliada a C-C-O-O que matrimonió con el Príncipe. No me extrañaría nada que así fuera. La Familia Real española suele tener más aguante en estos casos, y acostumbran a dar la callada por respuesta cuando se meten con ellos. Por el contrario, es propio de plebeyos “parvenus” tener la piel muy sensible a las críticas; la sensación de estar en un lugar que no les corresponde y en el que en realidad no se les quiere les provoca inseguridad, y les lleva a pensar que la gente se pasa el día choteándose de ellos; en parte no les falta razón en creerlo así.Con los plebeyos metidos en jardines reales pasan estas cosas. Porque cuando una es una plebeya sin más puede divorciarse, abortar, tener amantes, y dejar que un noviete te fotografíe con las tetas al aire, un poner, y que la foto acabe siendo portada de un disco mexicano. Pero cuando el amoooor llama a tu puerta y la lleva a una a ser Princesa de España aunque hayas nacido “con estiércol entre los dedos de los pies” (según la expresión que usa Mika Walkari en “Sinué el Egipcio” para referirse a un personaje que llegó a faraón a pesar de haber nacido en la clase social más humilde), pues se arriesga a que todos y cada uno de sus actos sean examinados con lupa, y a que su propia figura, mentalidad y modos de ser y estar se conviertan en objeto público de chascarrillos; al cabo, y como dijo Felipe González hace ya tiempo, estas cosas, incluidos los insultos, “entran en el sueldo” cuando se es una figura pública.En suma, que el Cristo que se está liando, harto peligroso por lo demás para la credibilidad del gobierno Zapatero, tendría su origen en un cabreo monumental de la Leti al verse retratados ella y su marido en una revista humorística como gente que no pega golpe más que en la cama.En cualquier caso, y fuera como fuese el inicio del asunto, luego los despropósitos por la parte oficial han venido en cadena. Según explicó un perplejo Monteys durante una entrevista en RNE, la policía se presentó en la redacción de El Jueves para hacerse con “las planchas” mediante las cuales se había grabado la caricatura. Resulta que nadie les había explicado a los probos funcionarios que estas cosas hace años que ya no funcionan así, y que las nuevas tecnologías le permiten al dibujante crear el original en su casa o sentado bajo un pino y enviarlo a la revista por correo electrónico, y que en los procesos de impresión posteriores hace tiempo que se jubiló a los cajistas.Más: dos o tres días después del número de la policía yendo de kiosko en kiosko para incautar los ejemplares de la revista distribuidos, alguien le debió recordar al juez Del Olmo que existe una cosa llamada Internet donde El Jueves tiene una página web en la que era posible seguir viendo la caricatura. De hecho, la página electrónica de El Jueves llegó a colapsarse debido al alud de visitas recibidas con motivo del secuestro. Ni corto ni perezoso Del Olmo ordena entonces clausurar la web de El Jueves, entrando así a saco en un tema tan delicado cual es la competencia real de los poderes públicos de un país concreto para intervenir en la Red como el caballo de Atila. Claro que las extralimitaciones en este terreno so capa de defendernos del terrorismo y de otros males contemporáneos no menos ponzoñosos son el pan nuestro de cada día; así que por qué no “chapar” una web que caricaturiza a los príncipes españoles y terminar de hacer el ridículo a escala planetaria, que es el nivel en el que funciona Internet.Hoy, El Jueves es una publicación mundialmente conocida gracias al juez Del Olmo. Con un poco de suerte, en unas semanas el Parlamento Europeo acabará votando una moción en la que se pedirá al Gobierno español que vele por las libertades públicas en España, en especial por las de opinión, expresión y prensa, porque este tema en concreto nos ha situado a la altura de la Polonia de los Gemelos Pixie y Dixie.Quizás alguien tendría que empezar a explicar en ciertos ámbitos políticos y judiciales que los ciudadanos de este país ya saben cómo se hacen los niños independientemente de si los progenitores son miembros de la realeza o no, que también son conscientes de que las princesas de sangre azul o sobrevenidas no mean perfume ni siquiera en los cuentos de hadas, y que en fin, hace tiempo llegaron por sí mismos a la conclusión de que en las Familias Reales el estrés por exceso de trabajo no es precisamente una enfermedad profesional.directora@izaronews.comIzaronews es una iniciativa de Aspaldiko K.Asociación Cultural AS/B