jueves, agosto 02, 2007

Biocombustibles: Un genocidio en marcha.

Biocombustibles: Un genocidio en marcha
(Algunas cosas que los ciudadanos de a pie debemos saber acerca de los biocombustibles)por Daniel C. Bilbao
El denominado biocombustible es un combustible obtenido de cultivos agrícolas convencionales como oleaginosas, azúcar o cereales. Nada nuevo, puesto que en el año 1900 Rudolf Diesel hizo funcionar con aceite de maní el primer motor diesel. Un siglo después, el biodiesel se obtiene a partir de aceites vegetales y/o grasas animales (por ejemplo, colza, girasol, palma, soja, sebo, etc). Brasil fabrica bioetanol con el alcohol de caña y Argentina ensayó el biojet, con el cual voló un avión Pucará IA 58. La Unión Europea ya se ha fijado metas para el 2010, año en el que esperan que el 6% del combustible consumido sea biocombustible.Se lo considera como un «combustible limpio», ya que no requiere aditivos contaminantes ni contamina, pero producirlo tal como está pensado por los países del Norte, puede causar el más grande genocidio que hayamos conocido. ¿Europa y EEUU dedicarán su suelo a producir cultivos transgénicos para destinarlos a la producción de biocombustibles?
El presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero lo dijo con total desparpajo, al anunciar la instalación de una planta de Repsol de 100.000 toneladas de producción, para producir biodiesel en León: la materia prima se obtendrá de cultivos oleaginosos y vendrá de regiones donde «la mano de obra y la tierra sea barata y se permitan los cultivos transgénicos».¿Que significa esto? Varias cosas. En primer lugar, que el Tercer Mundo aportará su tierra, con toda su riqueza y fertilidad, y la mano de obra barata, para entregar materia prima. Otra vez, la vieja historia. Ya está ocurriendo el drama. Millones de hectáreas de selvas y bosques nativos son arrasados por la irracional voracidad de empresas y productores que quieren aprovechar la rentabilidad de la soja, a costa de la pauperización del suelo.
Las consecuencias ya se están comprobando. La falta de bosques que absorban el agua provoca descomunales inundaciones. El exhaustivo consumo de nutrientes que provoca la soja deja a la tierra prácticamente inerme.Más aún: la soja y el maíz, por ejemplo, contribuyen a la erosión del suelo por las características de su cultivo en hileras, a lo cual hay que sumarle las grandes cantidades de fertilizantes, pesticidas y combustible para la plantación, cosecha y secado. Como si fuera poco, «constituyen la causa fundamental del derrame de nitrógeno -la peligrosa fuga de nitrógeno de los campos cuando llueve- del tipo que ha creado la llamada zona de la muerte en el Golfo de México, un área del océano del tamaño de Nueva Jersey que tiene tan poco oxígeno que apenas admite la vida».Siniestras corporaciones como Syngenta, Monsanto, Dupont, Dow, Bayer, BASF -la mayoría de ellas con una larga y oscura historia en nuestra América-, han impulsado los cultivos transgénicos y tienen acuerdo con Cargill, Archer Daniel Midland, Bunge y otras, para copar el mercado del biodiesel y el bioetanol.
En el marco de estos acuerdos , se desarrollan investigaciones para manipular genéticamente maíz, caña de azúcar y soja, principalmente, con lo que dejan de ser comestibles y se convierten en contaminantes peligrosos para la salud humana.Tan grave o más que lo anterior es que el Tercer Mundo estará utilizando materia prima alimentaria para generar combustible limpio destinado a los vehículos de los países del Norte.
De hecho, Brasil -país con una inmensa masa de famélicos y excluidos- es el principal proveedor de bioetanol del Reino Unido. Las selvas del Amazonas están desapareciendo para usar la tierra en los cultivos que se destinarán a biocombustibles. Tanto el presidente Lula como el gobierno argentino, tienen planes para convertir soja transgénica en biodiesel.Las fincas cafetaleras de El Salvador corren el riesgo de desaparecer con el alarmante proyecto de producción de biocombustibles anunciado por Estados Unidos. Simple deducción: el capitalismo es un depredador ciego, con un solo norte: el lucro. Si la soja deja una ganancia superior a la del café, hay que producir soja, aunque las consecuencias sobre el medio ambiente y a largo plazo sean fatales.En el caso argentino, piensan llevar la producción de soja a 100 millones de toneladas. Esto significa que arrasarán bosques, empobrecerán el suelo y envenenaran el ambiente con los químicos utilizados para intensificar los rindes.
Asimismo, retrocederán otros cultivos imprescindibles. Hay países que ya anunciaron que utilizarán trigo para la producción de biocombustibles. ¿A quién se le ocurrirá sembrar trigo para hacer pan si hoy la soja es plata en mano o si en una refinería pagan mejor el trigo que en un molino? ¿Y después? Como dice el tango: ¡qué importa del después!Sin embargo, el futuro es hoy. La enorme demanda de maíz que exige la industria del etanol afecta gravemente el sistema alimentario. México es uno de los primeros países que está pagando las consecuencias del encarecimiento.
También aumentaron los precios del trigo y del arroz ante la menor oferta. El girasol, aumentó su precio en un 30% aproximadamente en el último mes, empujado por la suba de otros cultivos dedicados a la producción de biocombustibles.El biocombustible puede ser un pequeño complemento en determinados lugares y en base a cierto tipo de cultivos que no degraden la calidad de la vida. Hoy por hoy, las grandes potencias lo promocionan pero ninguna sembrará soja, trigo o maíz para convertirlos en alimento de sus automóviles, sino que condenará a los países dependientes. En el 2001, 2.700 millones de personas en el mundo vivían con menos de 2 dólares diarios.
El incremento del precio de los cereales básicos puede tener consecuencias catastróficas para estos sectores pauperizados. Un ejemplo muy gráfico del crimen monstruoso que ya se está cometiendo: llenar el tanque de un vehículo deportivo con 110 litros de etanol puro implica el consumo de 205 kilos de maíz, calorías suficientes para alimentar a una persona durante un año.La base del problema está en la concepción intrínseca del capitalismo.
El apetito de lucro, la ganancia, el consumismo en los países dominantes, nos impondrán sus necesidades como un modelo productivo deseable para los tercermundistas.
Los gobiernos entreguistas venderán nuestra soberanía alimentaria y productiva como un éxito en las exportaciones, en la recaudación impositiva, en la acumulación de reservas. Las clases populares tienen que resistir este nuevo modelo.
Sólo el pueblo salvará al pueblo.