sábado, abril 25, 2009

Por qué soy republicano


Por qué soy republicano.

Vicenç Navarro.

Público 23 de Abril de 2009

Como era predecible, mis críticas al rey y a la monarquía han creado gran revuelo dentro y fuera de las páginas de Público, lo cual me fuerza a responder por qué creo que sería mejor que en España tuviéramos una república en lugar de una monarquía.

Durante mi largo exilio he vivido en varios países, incluyendo una república, Estados Unidos. Y aun cuando he sido muy crítico en mis escritos con la democracia estadounidense, hay un aspecto de ella que valoro muy positivamente: la cultura republicana, en la que las distancias sociales entre el jefe del Estado y las clases populares son mucho más reducidas que en cualquier sistema monárquico. Tal cultura democrática transmite una sensación de que el poder deriva de la ciudadanía, puesto que, si a la población no le agrada el jefe del Estado, puede cambiarlo por otro. Es más, cualquier ciudadano puede aspirar a ser jefe del Estado. Esta distancia se reduce incluso más cuando este procede de las clases populares, que sienten al presidente como alguien suyo. Hemos visto este año la gran alegría entre las clases populares (y muy especialmente entre la población afroamericana) de aquel país al ser elegido uno de ellos (hijo de una madre pobre y de un padre africano de Kenia) presidente. La sensación de poder y complicidad con el jefe del Estado en estas situaciones es enorme. No es sólo la capacidad de elegir al jefe del Estado, sino también la percepción de que todos pueden serlo, lo que da gran poder a la ciudadanía.

Tal principio de responsabilidad democrática es negado en una monarquía. En esta, la distancia social es intrínseca en el sistema y aparece constantemente, como cuando el rey llama de tú a todos los ciudadanos, los cuales deben referirse a él de usted, todo ello envuelto en un ambiente jerárquico y cortesano que enfatiza esta distancia. Incluso el himno nacional es una marcha real frente a la cual los ciudadanos se yerguen respetuosamente en silencio. Se reproduce así una cultura de vasallaje a la cual algunas izquierdas no son inmunes. Véase el blindaje mediático de la figura del rey. Voces críticas apenas tienen cabida en los medios de información y persuasión del país.

A estas reservas a la monarquía añado otras que tienen que ver con los orígenes de la monarquía en España y su desarrollo durante la democracia. El monarca no sólo fue nombrado por el dictador, sino que fue parte de la nomenclatura de aquel Estado dictatorial dirigido por un general al cual nunca ha criticado. Antes al contrario, lo ha alabado incluso en tiempo de democracia. Así, el 18 de julio de 1978, la Casa del Rey publicó el siguiente texto: “Hoy se conmemora el aniversario del Alzamiento Nacional que dio a España la victoria contra el odio y la miseria, la victoria contra la anarquía, la victoria para llevar la paz y el bienestar a todos los españoles. Surgió el Ejército, escuela de virtudes nacionales, y a su cabeza el Generalísimo Franco, forjador de la gran obra de regeneración”. Tal supuesta regeneración condujo a 192.684 ejecuciones y asesinatos, incluyendo 30.000 personas que continúan desaparecidas y estableciendo una dictadura en gran parte responsable del enorme retraso económico y social de España. Cuando el dictador murió, España tenía el porcentaje más elevado de Europa de personas con escasa educación (84%).

La Casa Real es un círculo profundamente conservador, como lo atestiguan declaraciones de sus miembros, que incluyen desde las recientes declaraciones de la reina (definiendo a una de las dictaduras más represivas que han existido en Europa como una dictadura blanda), a las del jefe de la Casa Real, Sabino Fernández Campos, quien subrayó su coincidencia con Pío Moa en una entrevista a El Periódico (08-07-03) en su justificación del Golpe militar de 1936 y la dictadura que estableció. El mundo social del monarca, que es el jefe de los Ejércitos, es predominantemente el mundo empresarial y financiero. Es un error derivar de los abruptos anti-monarca del ultraderechista Losantos, concluir que las derechas han dejado de ser monárquicas. El eje central de las derechas lo constituye el Ejército, la Iglesia, la patronal y la banca, que apoyaron y continuarán apoyando a la monarquía porque les ofrece un orden constitucional que les favorece. Prueba de ello es la continua promoción de la monarquía y del rey en los medios de información que controlan o influencian, que son muchos.

Es el temor a los herederos de la dictadura, incluyendo a la monarquía, el que ha frenado la corrección de la Historia de nuestro país, incluyendo lo que fue la república, la dictadura y la transición, presentándose esta como resultado de la vocación democrática del monarca, ignorando el papel determinante que tuvieron las movilizaciones obreras que forzaron la apertura democrática que no existía en los proyectos originales aprobados por los Gobiernos monárquicos de aquel periodo. De ahí que haya definido esta tergiversada versión de la transición de la dictadura a la democracia como falsa, es decir, que no corresponde a la realidad.

No dije, sin embargo, –como se me acusa– que la transición era falsa, pues la democracia significó un importante cambio real y no falso. Lo que sí dije, y me reafirmo en ello, es que la transición fue inmodélica, pues la democracia, resultado de aquel proceso, dista mucho de ser ejemplar. Tampoco dije, como se me acusó, que el Estado español está controlado por las derechas. Dije que estas tienen mucha más influencia sobre tal Estado que las izquierdas, lo cual explica la continuación de la democracia incompleta, causa del bienestar insuficiente de nuestro pueblo. Indicar que la monarquía (junto con la Iglesia, el Ejército, la patronal y la banca) no tiene nada que ver con ello me parece que es desconocer la realidad que nos rodea.

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Vicenç Navarro es Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas de la Universidad Pompeu Fabra.

viernes, abril 24, 2009

Los premios, estrategia de la monarquía para atraer a los artistas...


Al final, las gentes de la cultura y otras artes son la basura que el poder (monárquico, religioso, monetario) decide si aprovecha o no, recicla o no para la defensa de sus privilegios.


Son muy variadas las triquiñuelas y astucias, unas inventadas y otras asumidas por la Corona española, para integrar hábilmente a inconformistas, progresistas, izquierdistas, rojos declarados, e incluso algunos que presumen o presumieron de republicanos, y hacerles que pasen por la Zarzuela a rendir pleitesía a la familia monárquica. Entre los mecanismos específicos que utilizan, siempre con dinero del erario público, son los campeonatos como la copa del Rey en fútbol, vela, y tantos otros deportes que no me acuerdo.1 Sin embargo, los que más destacan para llevar a tan singulares personajes al redil monárquico son los diversos premios, como el premio Cervantes de las letras, los premios Príncipes de Asturias 2 de toda clase de actividades y concedidos a gente que ya ha ganado un montón de dinero en la vida, o la reciente instaurada Fundación Príncipe de Girona, patrocinado por la Cámara de Comercio de Girona, Caixa Girona, Fundación Gala Salvador Dalí y La Caixa: su ámbito de actuación será nacional y pretende convertirse en un "referente" en la educación y la formación de los jóvenes, a través de la concesión de becas, entre otros proyectos. 3 Pronostico que pronto veremos la creación del premio princesa Letizia, casi seguro en honor a su vieja profesión, para integrar a las gentes disidentes, si queda alguna, en los medios de comunicación.

Juan Marsé: de pijoaparte a pijoadentro

El jueves 23 de abril, como es tradición, Juan Marsé (JM) viajó a la localidad madrileña de Alcalá de Henares, ciudad natal de Miguel de Cervantes, para recibir de manos del rey Juan Carlos I la más preciada y apreciada distinción de las letras en lengua española: el premio Cervantes. JM, al que le gusta definirse como un escritor anómalo, a la vez que reivindica su condición de fronterizo, no dudó en abandonar por un instante su atención por los fracasados y acudir a la Zarzuela, donde el Rey le acarició los oídos diciéndole que le entusiasma su escritura intensamente realista. En su fuero interno, el Rey y la familia real ya podían poner en su colección de trofeos, la foto del pijo aparte convertido ya en pijo adentro.



El perfil de JM aparece, como ocurre con los pronósticos que se hacen con el tiempo, dudoso: lo mismo puede hacer sol que estar nublado, llover, nevar caer pedrisco, hacer frío o calor, escarcha. Hasta ahora JM daba la sensación de ser una personaje con relativa independencia de los poderes, y comprometido desde la escritura con los perdedores en la vida, con los marginados. Sin embargo, esta inmediata aceptación de la cena con la familia real hace pensar que el premio Cervantes le ha deslumbrado de tal manera que se ha olvidado de esa independencia que parecía practicar. JM sabe que el premio Cervantes no es un premio concedido por esos perdedores sobre los que escribe, ni tampoco por la gente corriente, instaurado desde el reconocimiento popular, como él se merece, sino que está creado por las instituciones que representan el poder oficial y oficioso. Los premios Cervantes están creados y concedidos por el Ministerio de Cultura. De paso, sirven para que la Casa Real vaya, como hemos comentado, integrando paulatinamente a aquellos intelectuales que podrían poner en cuestión los valores y el orden establecido de esta sociedad comandada por quienes les entregan el premio. Si el propio autor galardonado admite que el oficio del escritor ha de ser el de escribir desde el compromiso, y como hoy resaltaba B. Atxaga en el día de San Jordi (Barcelona) “fuera de los círculos de la Corte”, ¿con quién JM se ha comprometido, con la monarquía franquista que le invita a cenar, “con la que se ajustará la corbata y se pondrá chaqué” el día que vaya a recoger el premio de manos del monarca franquista”? Conocedor de la memoria histórica, sobre la que dice piensa disertar, JM sabe que el Rey formó parte del franquismo franquista y que, ahora, encarna el franquismo monárquico. Si como afirmó en el discurso de la entrega del premio “no hay literatura sin memoria [como tampoco] ‘hay que olvidar el pasado', lógicamente no se aviene con la naturaleza y la función de la escritura". Repito, JM hoy se olvidó de lo que la monarquía franquista representa para tanto republicano que reivindica y reclama la abdicación de la Corona. El Rey representa y forma parte de ese grupo de poderes que en el pasado y en la actualidad hace que “la memoria [siga siendo] sojuzgada, esquilmada y manipulada […] que el lenguaje oficial suplante al real y las palabras estén afectadas por el expolio y el descrédito, sometidas a la censura y al escarmiento”. Si JM piensa que ahora eso ha cambiado es porque él ha cambiado, porque él ahora recibe los parabienes de aquellos que en su día, y ahora, controlan la memoria y la vida. La mentalidad y los valores del pijoaparte ya están con los del redil de los pijoadentro.

JM no es un caso especial, sino que lo aprovecho para resaltar como la lisonja, la adulación, el incienso, el agasajo son los mecanismos habituales que utiliza la familia real (y los llamados poderes fácticos capitalistas) para ir incorporando a estos cultos sabidillos. Si el lector repasa la lista de los galardonados comprobará lo que digo; aunque muchos de ellos ya eran conservadores de toda la vida. JM habría podido recibir el premio Cervantes y rechazar la comida con la familia real, aunque la ceremonia de entrega estuviese presidida por el monarca. El acto tendría otra significación: es el Rey el que tiene que venir a entregarle el premio a un ciudadano con sus méritos literarios, que los tiene y los admiro, y no ir a esa cena de invitado en la que tiene que ir al palacio a compartir mesa y mantel con la familia de uno de los más poderosos que más detestan las sensibilidades republicanas que en este momento están floreciendo en el país. Al final, las gentes de la cultura y otras artes son la basura que el poder (monárquico, religioso, monetario) decide si aprovecha o no, recicla o no para la defensa de sus privilegios.

De poco vale decirle a la señora ministra de Cultura que, “con matices, el problema del cine español no es la piratería, sino la falta de talento. Guionista es el trabajo peor valorado y pagado”, si después, cuando el Gran Domador del Reino me convoca a cenar, me busco en el armario el mejor traje y me compro la corbata que hace juego con el color para no desentonar en la mesa del poder.

Pobres republicanos y republicanas, aquellos que tuvieron que cruzar la frontera huyendo de la barbarie capitalista franquista. Así les pagamos.

sábado, abril 04, 2009

El retraso social de España (Vicenç Navarro)

El retraso social de España

Vicenç Navarro

Blog de Vicenç Navarro 1 de Abril de 2009

Una de las características del estado del bienestar en España es su subdesarrollo. Según Eurostat, España en el año 2006 (el último año con datos comparables) era el país, después de Portugal, que tenía el gasto social por habitante más bajo de la Unión Europea de los Quince (UE-15), el grupo de países de desarrollo económico semejante al nuestro. En aquel año, el PIB per capita de España había alcanzado ya a ser el 93% del promedio de la UE-15, y sin embargo, el gasto público social per capita era sólo el 70% del promedio de la UE-15.

¿A qué se debe este retraso social? Una de las mayores causas es el enorme subdesarrollo social que la España democrática heredó del sistema dictatorial anterior. Cuando el dictador murió, el gasto público social en España era sólo un 14% del PIB, muy inferior al promedio (22%) de los países que más tarde constituirían la UE-15. Ni que decir tiene que mucho se ha hecho durante los 32 años de democracia. Pero, el hecho es que en 2006, veintinueve años en democracia, continuábamos a la cola de la Europa (EU-15) Social. Y es probable que en 2009 continuemos a la cola y ello a pesar de los avances considerables que se han hecho durante el periodo 2004-2009.

De ahí que debamos considerar que existen otras causas, además de la insensibilidad social de la dictadura, que determinan el retraso social de España. Y una de ellas es el enorme poder que las fuerzas conservadoras (la Monarquía, la nomenclatura del estado franquista, el Ejército, la Iglesia, la Banca, la Patronal, y los medios Conservadores) tuvieron en el proceso (erróneamente definido como modélico) de Transición de la dictadura a la democracia, liderando aquel proceso y dominando la vida económica y política del periodo democrático. Las enormes movilizaciones populares en el periodo 1975-1978 (España fue el país con mayor número de huelgas en Europa durante aquellos años) fueron determinantes en forzar la terminación de la dictadura (el dictador murió en la cama, pero la dictadura murió en la calle), pero no fueron suficientemente fuertes para provocar una ruptura, cambiando las condiciones que permitieron la continuación del dominio político de aquel enorme bloque de poder. Y una de estas condiciones fue la Ley Electoral cuyos primeros borradores surgieron de la nomenclatura del estado dictatorial, y que tras ser modificado fue adoptado por el gobierno Suárez en 1978, dando gran dominio a las fuerzas conservadoras, discriminando a las zonas urbanas, a la clase trabajadora y a los partidos de izquierda (tal como autores de aquel proyecto como Herrero de Miñón y Calvo Sotelo reconocieron).

Una consecuencia de ello es que el sistema electoral español es uno de los menos proporcionales y menos representativos de los existentes. Ello explica que aún cuando en todas las elecciones legislativas al Parlamento Español (excepto en 1977, 1979 y 2000), el electorado español ha dado muchos más votos a los partidos de izquierdas que a los partidos de derechas, España no ha tenido un gobierno mayoritario de izquierdas (o apoyado por una mayoría de izquierdas) durante la mayor parte del periodo democrático. Sólo durante el periodo 1982-1993 ocurrió ello; en los otros periodos el partido mayoritario de las izquierdas, el PSOE, se alió con las derechas nacionalistas más que con los partidos a su izquierda, resultado en parte de la enorme discriminación que el sistema electoral ejerce hacia estos partidos, y también consecuencia de la enorme presión ejercida por aquel bloque de poder que lideró la Transición. Y es ahí donde hay que buscar las causas del subdesarrollo social de España. Es bien conocido que, en general, a mayor fuerza de las izquierdas, mayor desarrollo de los derechos sociales y laborales en un país, y de su estado del bienestar. El mejor indicador de ello es Suecia donde las izquierdas gobernaron por más tiempo desde la II Guerra Mundial. En aquel país, treinta y dos años (1945-1977) fueron un periodo suficiente para convertirse en el país con mayor sensibilidad social del mundo. No así en España. La debilidad de las izquierdas es causa de ello.

El bipartidismo refrendado en la ley electoral continuista del año 1985 ha favorecido al aparato del partido mayoritario dentro de las izquierdas, el PSOE, permitiéndole tener más escaños, pero ha dificultado la implementación de su programa, pues éste no se ha podido desarrollar en su totalidad por falta del apoyo parlamentario de las otras izquierdas, apoyo que podría haber tenido si hubiera existido en España un sistema auténticamente proporcional. Por cierto, tal falta de proporcionalidad aparece también en las CC.AA. como lo muestran las últimas elecciones gallegas, en las que los votos a los partidos de izquierda (PSOE, BNG y EU-IV) fueron 811.641, más que los votos a los partidos de derecha (PP y TEGA), que sumaron 808.153. A pesar de ello el PP ganó la mayoría de escaños, permitiéndole gobernar.

Pero queda por responder cómo es que este subdesarrollo del estado del bienestar no ha tenido mayor visibilidad política y mediática en España. La razón es que los establishments políticos y mediáticos, constituidos en su mayoría por individuos que pertenecen al 30% de la renta superior del país, no quedan afectados por las grandes insuficiencias de los servicios públicos del estado del bienestar. Envían sus hijos a las escuelas privadas concertadas (que tienen un gasto por alumno superior a las públicas) y cuando caen enfermos, van a la medicina privada (cuyo tiempo promedio de visita es de 18 minutos; el promedio en la pública es de 8 minutos), o reciben trato preferencial en la pública. De ahí que no sean plenamente conscientes del retraso social en España. Y su poder político y mediático es enorme. Y así estamos.

La crisis de la desvergüenza.

Colectivo Prometeo

La crisis de la desvergüenza.

Es difícil, dada la catarata de artículos que analizan la actual crisis, añadir algo original a lo ya escrito, por lo tanto podría ser más útil para el enfoque de nuestro colectivo esbozar algunas reflexiones capaces de responder a unos planteamientos apriorísticos que, disfrazados de novedosos, mantienen el erre que erre de los postulados neoliberales o incluso dar una nueva vuelta de tuerca en detrimento de los pocos derechos sociales que a duras penas aún se mantienen en pie.

En primer lugar, situemos en el centro del debate una idea motriz, ¿quién debe pagar la crisis? Analizando las distintas propuestas pretendidamente “de choque” que han puesto en marcha los gobiernos, nos encontramos con que al final subyace la respuesta de siempre: lo hará la clase trabajadora aunque ella no haya estado en la génesis del hundimiento ni tenga responsabilidad ni en su gestación ni en su desarrollo. Y por eso resulta llamativo que mientras se nos inunda con cifras astronómicas sobre el coste del rescate financiero que, sin discusión, debe asumir toda la sociedad, no se pone el mismo énfasis en valorar a quien está golpeando con más crudeza la situación, cuales son los sectores realmente castigados y si se ha establecido como actuación prioritaria mejorar las condiciones de estos grupos sociales. La respuesta está clara: No.

Desde primera hora se sigue el guión tradicional que el capitalismo pone en marcha para estos casos: asfixiarnos con números (porcentaje de parados, empresas cerradas, endeudamiento global, relación de éste y el PIB…) para que dejemos de ver tras las cifras a seres humanos golpeados por tragedias personales. Por lo tanto, un ejercicio mental -obligatorio y previo- es recuperar la capacidad de enfocar los puntos importantes y despreciar la anécdota, negándonos a ser partícipes del culebrón “los ricos también lloran”.

Sobre la mesa queda nuestra primera idea: la crisis no la deben pagar los de siempre. Tras ella, detallemos una retahíla de “noes”:

No a una salida que suponga la anulación de los ya menguados y raquíticos derechos laborales.

* No rotundo a quienes en el río revuelto del miedo a perder el puesto de trabajo vean su ganancia en los EREs abusivos, la situación laboral aún más precaria o el soñado –por la patronal- despido libre. * No a quienes con una mano piden la intervención estatal (ejemplo descarado y último sería la intervención de Francisco González, presidente del BBVA el pasado 23 de febrero en la Vª Conferencia Internacional del ABC ) y con la otra niegan cualquier derecho de decisión en asuntos económicos a ese mismo Estado. * No, con eco multiplicado de huelgas, a los intentos de la patronal para acabar con el derecho de los trabajadores a una necesaria y justa negociación colectiva. * No a un Gobierno, que se dice socialista y consiente a la banca privada usar los 50.000 millones € prestados para sanear sus propios problemas económicos y no exige que los fondos sean exclusivamente utilizados en préstamos a pymes y particulares.

Continuaríamos con un análisis de lo que esconde la propuesta “abaratar / rebajar” los costes de producción y “cargar el debe en los salarios” pidiendo “moderación y contención”; eso sí, siempre unida a la necesaria “flexibilidad en el empleo”.

Para rebatirla basta con acudir a los datos disponibles y una buena síntesis nos la proporciona Daniel Lacalle ( ver su artículo “ La crisis y los trabajadores “ en el número 253 de la revista “ El Viejo Topo” ): hace un mes – hoy las cifras deberían revisarse al alza – nuestro país superaba los 3 millones de parados, 5 millones de trabajadores tenían un contrato temporal, de los contratos creados como “indefinidos” 5 millones lo habían hecho recortando derechos, 2.5 millones de asalariados lo hacían a tiempo parcial, 1.5 millones estaban por debajo del salario mínimo interprofesional, seguramente más de 2.5 millones estén en la economía sumergida, 1.1 millones de parados no reciben prestación alguna… y para qué seguir.

Así que cuando nos demanden “precarizar coyunturalmente” podamos interrogarnos con un “¿ más aún?” a no ser que estemos ante una interpretación marxista vuelta al revés, en la que desde una etapa postindustrial, nos saltemos la etapa industrial -por cercanía cronológica- para llegar en unas décadas a un régimen económico feudal que abra las puertas a la servidumbre y nos permita alcanzar -tras una fase de esclavitud sin disimulos- una ansiada sociedad depredadora sólo un poco distinta de la actual.

A continuación recordemos lo obvio: este modelo, hoy denostado y hasta hace unos días ardientemente defendido no es flor de un día. A los españoles de a pie que en buen número experimentaron el vértigo ficticio del nuevo rico cabría subrayarles algunos elementos que siempre estuvieron ahí:

1º. En nuestro país aún en los momentos más álgidos del desarrollismo basado en el ladrillo, la tasa de paro siempre se ha situado muy por encima de la media europea y nunca, desde los años 70, ha bajado del 8% (sería justo añadir que esa cifra encendería los pilotos de alarma en la mayoría de países de la Unión Europea, Japón y Estados Unidos).

2º. El estallido de la burbuja inmobiliaria estaba implícito en las consecuencias que podían tener las distintas normativas legales sobre el suelo, cuyo paradigma lo representaría la “ley del Suelo de 1997” que en la práctica, emulando los letreros del “ todo a cien” que en la época florecieron, ponía en grandes rótulos “ Todo urbanizable” sin que fuesen demasiadas las voces que en aquel instante nos acompañaban en la discrepancia, cuando muchos Ayuntamientos miraban no a las consecuencias sino a la caja recaudadora, se podía alardear de estar en la política para forrarse sin que pasase nada, el pelotazo ( con el consiguiente enriquecimiento) súbito suponía ascenso y reconocimiento social y la estética neo-hortera del alardeo que sustituía la camisa de cuellos abiertos, el peine en el bolsillo trasero y la cadena de oro, por el cochazo, el chalet y el campo de golf, significaba ir a la moda.

3º. El crecimiento lo ha sostenido, secreto a voces, el déficit exterior dejando que el endeudamiento neto exterior supere el 70% del PIB.

4º. Hemos comprado como nación, sin leer las contraindicaciones, cualquier producto (el caso del referéndum sobre la mal llamada Constitución Europea sería ilustrativo) que llevase la etiqueta Europa. El diseño de una Unión Europea ideada por los poderes económicos siempre ha contado con el beneplácito de los Gobiernos de turno y la aquiescencia de las burocracias sindicales, aunque el acatamiento sin rechistar significase anular cualquier capacidad de maniobra en momentos de turbulencia.

5º. Cuando advertíamos el peligro de poner el lucro privado sin límites por encima de cualquier consideración social, se nos respondía con la “capacidad de autorregulación del mercado”, menospreciando que el afán de enriquecimiento es por naturaleza voraz e insolidario.

6º. Olvidando las enseñanzas prácticas de crisis bancarias anteriores ( finales de los 70, principios de los 80 ) saldadas con ayudas y saneamiento a cargo del contribuyente , la espiral de reconversiones y privatizaciones industriales coetáneas, se llevó por delante ( al alimón los gobiernos PSOE – PP ) una potente banca pública que hasta 1990 manejaba el 15% de los créditos- el 20% una década antes – y que fue agrupada en la corporación Argentaria para una mejor venta, prescindiendo además de la red constituida por una Caja Postal que llegaba al último rincón del país, entregando esta última al Deustche Bank.

Y por último, propongamos teniendo claro que cuando la derecha gobierna pone en práctica sus tesis amparándose en la legitimidad y la fuerza de sus votos. La izquierda si aspira al poder debe aplicar su programa (por desgracia sigue siendo necesario repetir tres veces el mantra “programa, programa, programa” para advertir que una izquierda nominal, sin alternativas propias es sólo humo) y no caer en la trampa de “imbuirse de responsabilidad” para terminar aplicando las ideas del capitalismo.

Para eso ya están ellos. Denunciemos el falso axioma del “yo gobierno para todos” introducido por la más estéril progresía que oculta el miedo a plantear otro camino por el miedo a enfrentarse a los poderes fácticos, comprándoles a sabiendas la última bala que el poder económico siempre guarda en la recámara: el chantaje de que cualquier planteamiento que menoscabe un ápice sus intereses traerá consecuencias desastrosas para todos.

Por ello, es necesario recuperar un discurso propio que subraye la necesidad de un sector público fuerte como pilar social y para ello debemos auspiciar:

a. Quitar la actual independencia del Banco Central Europeo. Las directrices económicas emanan de los poderes públicos refrendados por el voto popular.

b. Volver a poner en funcionamiento una Banca Pública que gestione y de créditos a particulares, Pymes, cooperativas…

c. Incentivar la economía mediante la inversión estatal directa con un programa de obras públicas que en sus bases (pliego de condiciones) prime no a las grandes constructoras que a la vez subcontratan hasta el infinito sino a las pequeñas empresas y cooperativas que incluyan entre su proyecto el mayor número de puestos de trabajo estable.

d. Se puede actuar en uno de los sectores que más está sufriendo la situación, la construcción mediante un programa que contemple la vuelta a las promociones de Vivienda Pública, la autoconstrucción o la rehabilitación de edificios.

e. Aplicación por ley de la Renta Básica o mínimo vital.

f. Desempolvar nuestra querida reivindicación de la reducción en la jornada laboral (35 horas), única posibilidad de hacer compatible la cacareada conciliación de vida laboral y familiar y siguiendo la línea del tercer punto de este apartado primar a las empresas que la apliquen.

g. Potenciar la inversión pública tanto en I+D (energías alternativas, nuevas tecnologías, medicina…), como en el desarrollo de infraestructuras y en servicios públicos (sanidad, educación, dependencia…).

h. Favorecer mediante la formación y el apoyo técnico y económico la creación de nuevas empresas (cooperativas, pymes…) que sirvan para crear empleo y dinamizar la economía productiva.

i. Crear una plataforma de izquierdas con partidos, sindicatos, organizaciones sociales…que defienda en la calle, en foros, en medios de comunicación, en programas electorales, un modelo avanzado de bienestar social y un cambio real de modelo económico que nos acerque al socialismo.

Por supuesto que la puesta en marcha de estas y otras muchas medidas posibles tiene un coste pero, ¿acaso la actual situación y el programa de ayuda a la Banca privada nos está saliendo gratis?