domingo, mayo 21, 2006

Sin rumbo / Joan B. Culla i Clarà


Sin rumbo, de Joan B. Culla i Clarà en El País de Cataluña

Tomar un conjunto de gestos, declaraciones e iniciativas protagonizados por el Partido Popular entre los pasados 25 de abril y 1 de mayo, y describirlos globalmente como una semana trágica para esa formación resultaría sin duda hiperbólico y desenfocado. No, nada de trágica; más bien una semana chusca, errática y grotesca, que a mi juicio ilustra el alto grado de confusión, de desorden táctico y estratégico reinantes hoy en el seno del segundo mayor partido político español.
La primera gema del broche es lo que pareció el rodaje de un anuncio de Mudanzas Rajoy: la comparecencia del líder de la oposición en plena Carrera de San Jerónimo, a los pies de los leones del Congreso, rodeado de decenas de grandes cajas de embalaje perfectamente dispuestas y rotuladas que decían contener cuatro millones de firmas contra el Estatuto catalán. Un alarde numéricamente flácido -ya que el partido promotor obtuvo hace dos años seis millones más de votos que de firmas ahora-, estéticamente chocarrero -como si el mero volumen de los pliegos acumulados diese la razón a la causa antiestatutista-, jurídicamente nulo -porque las firmas no están autentificadas por fedatarios públicos según exige la ley reguladora del Derecho de Petición- y políticamente inútil, pues la iniciativa referendaria que aquellos pliegos vehiculan va a ser rechazada por la mayoría de la Cámara. Un gesto, pues, más propio de extraparlamentarios que de antiguos y futuros gobernantes.
En esa su aparición callejera entre las cajas de cartón, Mariano Rajoy precisó -excusatio non petita...- que las firmas no iban "contra Cataluña ni contra nadie", aun cuando el PP hubo de admitir que sólo el 1% de ellas han sido cosechadas en esta comunidad, que apenas 40.000 catalanes le habían pedido ser salvados del monstruo estatutario. Pero, si este dato no era lo bastante sintomático, al día siguiente el lento suicidio del Partido Popular en Cataluña consumó otra etapa: en Bruselas, el vicepresidente del Parlamento Europeo Alejo Vidal-Quadras impidió, con el consentimiento de sus jefes y sin que Josep Piqué pudiera evitarlo, que la Eurocámara aceptase el catalán como lengua de comunicación escrita entre ella y los ciudadanos de la UE. Siendo así que la modestísima propuesta, avalada por el Gobierno español y por el Ejecutivo comunitario, no perjudicaba en nada ni el estatus del castellano en Europa ni los intereses de terceros, la actuación y el voto de Vidal-Quadras constituyeron un acto de pura catalanofobia, una ofensa gratuita, un escupitajo simbólico en el rostro de millones de catalanohablantes de primera o de centésima generación, los cuales no lo olvidarán fácilmente.
Al otro día (jueves 27), en el hemiciclo del Parlamento vasco, los tenores del PP local rivalizaron una vez más en exabruptos y descalificaciones contra el lehendakari Juan José Ibarretxe y contra cualquier aproximación de éste hacia la izquierda abertzale. Las intenciones políticas de María San Gil, Carlos Urquijo y compañía, sincronizadas con la demagogia sin freno del presidente navarro, su correligionario Miguel Sanz, son tan transparentes que incluso un socialista circunspecto como Patxi López ha verbalizado la evidencia: "Hay gente en el PP" deseosa de "que el proceso de paz naufrague y volvamos a la situación anterior". La hay y, a juzgar por los indicios, es muy mayoritaria.
Pero cualquier augurio siniestro, cualquier pronóstico apocalíptico o interpretación paranoica acerca de la política española pueden siempre ser empeorados por don Jaime Mayor Oreja. Aquella misma mañana del 27 de abril, en la cadena COPE, el ex ministro y diputado europeo no sólo enfatizaba que "el PP tiene la obligación de no caer en la gran trampa saducea de la paz, sino explicar la maldad del proceso"; además, Mayor apuntó que el reconocimiento de la "realidad nacional andaluza" en el nuevo Estatuto de aquella comunidad debilita y amenaza también a España porque "atraerá con el tiempo al fenómeno islamista". O sea: tras dos años de propalar sin mucho éxito la teoría del complot ETA-Al Qaeda, ¡nace la tesis del contubernio maléfico Chaves-Bin Laden! Si este hombre escribiese novelas, enviaba a Dan Brown a la cola del paro...
Simultáneamente, la presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, concedía una entrevista al diario Abc en la que, tras reiterar la doctrina oficial del PP -"yo no conozco ninguna nación que en su seno reconozca a otra; si Cataluña es una nación, España no puede serlo"-, expresaba un relevante matiz: "Hay un discurso en Cataluña, que es el de Ciutadans, de Albert Boadella, con el que yo puedo llegar a coincidir más que con el del propio Piqué". Valiosa confidencia de la que se deducen dos cosas: una, que con amigas así, Josep Piqué no necesita enemigos; la otra, que son esfuerzos baldíos los de Ciutadans de Catalunya por parecer un grupo izquierdista, sacrificios inútiles su presencia el otro día cerca de la manifestación sindical del Primero de Mayo y aquellos voluntariosos gritos -no eran más de 50-: "¡La clase obrera no quiere más fronteras!...". Con infalible instinto para las afinidades electivas, doña Esperanza Aguirre Gil de Biedma, condesa consorte de Murillo y Grande de España, ha reconocido quiénes son los suyos en Cataluña y les expresa su pública simpatía. Noblesse oblige.
En apenas siete días hemos visto al partido de Rajoy jugar al populismo extraparlamentario con las firmas contra el Estatuto e incinerar sus perspectivas electorales en Cataluña rechazando una presencia testimonial del catalán en la Eurocámara. Hemos visto a altos dirigentes revolverse, incómodos, contra las perspectivas de paz en el País Vasco, y a alguno de ellos expresar teorías propias de la ultraderecha más lunática. Hemos visto a Esperanza Aguirre descalificar a su correligionario Piqué y ensalzar a quienes amenazan con robarle votos... ¿Es así como piensa el PP conquistar en marzo de 2008 11 o 12 millones de sufragios? ¿O se ha convertido en una nave sin rumbo cuyos nerviosos oficiales empiezan a mascar la derrota?
Joan B. Culla i Clarà es historiador.

1 comentario:

EMFÀTIC dijo...

Des del ex-pais del tripartit començo a creure amb l'exili!