viernes, abril 24, 2009

Los premios, estrategia de la monarquía para atraer a los artistas...


Al final, las gentes de la cultura y otras artes son la basura que el poder (monárquico, religioso, monetario) decide si aprovecha o no, recicla o no para la defensa de sus privilegios.


Son muy variadas las triquiñuelas y astucias, unas inventadas y otras asumidas por la Corona española, para integrar hábilmente a inconformistas, progresistas, izquierdistas, rojos declarados, e incluso algunos que presumen o presumieron de republicanos, y hacerles que pasen por la Zarzuela a rendir pleitesía a la familia monárquica. Entre los mecanismos específicos que utilizan, siempre con dinero del erario público, son los campeonatos como la copa del Rey en fútbol, vela, y tantos otros deportes que no me acuerdo.1 Sin embargo, los que más destacan para llevar a tan singulares personajes al redil monárquico son los diversos premios, como el premio Cervantes de las letras, los premios Príncipes de Asturias 2 de toda clase de actividades y concedidos a gente que ya ha ganado un montón de dinero en la vida, o la reciente instaurada Fundación Príncipe de Girona, patrocinado por la Cámara de Comercio de Girona, Caixa Girona, Fundación Gala Salvador Dalí y La Caixa: su ámbito de actuación será nacional y pretende convertirse en un "referente" en la educación y la formación de los jóvenes, a través de la concesión de becas, entre otros proyectos. 3 Pronostico que pronto veremos la creación del premio princesa Letizia, casi seguro en honor a su vieja profesión, para integrar a las gentes disidentes, si queda alguna, en los medios de comunicación.

Juan Marsé: de pijoaparte a pijoadentro

El jueves 23 de abril, como es tradición, Juan Marsé (JM) viajó a la localidad madrileña de Alcalá de Henares, ciudad natal de Miguel de Cervantes, para recibir de manos del rey Juan Carlos I la más preciada y apreciada distinción de las letras en lengua española: el premio Cervantes. JM, al que le gusta definirse como un escritor anómalo, a la vez que reivindica su condición de fronterizo, no dudó en abandonar por un instante su atención por los fracasados y acudir a la Zarzuela, donde el Rey le acarició los oídos diciéndole que le entusiasma su escritura intensamente realista. En su fuero interno, el Rey y la familia real ya podían poner en su colección de trofeos, la foto del pijo aparte convertido ya en pijo adentro.



El perfil de JM aparece, como ocurre con los pronósticos que se hacen con el tiempo, dudoso: lo mismo puede hacer sol que estar nublado, llover, nevar caer pedrisco, hacer frío o calor, escarcha. Hasta ahora JM daba la sensación de ser una personaje con relativa independencia de los poderes, y comprometido desde la escritura con los perdedores en la vida, con los marginados. Sin embargo, esta inmediata aceptación de la cena con la familia real hace pensar que el premio Cervantes le ha deslumbrado de tal manera que se ha olvidado de esa independencia que parecía practicar. JM sabe que el premio Cervantes no es un premio concedido por esos perdedores sobre los que escribe, ni tampoco por la gente corriente, instaurado desde el reconocimiento popular, como él se merece, sino que está creado por las instituciones que representan el poder oficial y oficioso. Los premios Cervantes están creados y concedidos por el Ministerio de Cultura. De paso, sirven para que la Casa Real vaya, como hemos comentado, integrando paulatinamente a aquellos intelectuales que podrían poner en cuestión los valores y el orden establecido de esta sociedad comandada por quienes les entregan el premio. Si el propio autor galardonado admite que el oficio del escritor ha de ser el de escribir desde el compromiso, y como hoy resaltaba B. Atxaga en el día de San Jordi (Barcelona) “fuera de los círculos de la Corte”, ¿con quién JM se ha comprometido, con la monarquía franquista que le invita a cenar, “con la que se ajustará la corbata y se pondrá chaqué” el día que vaya a recoger el premio de manos del monarca franquista”? Conocedor de la memoria histórica, sobre la que dice piensa disertar, JM sabe que el Rey formó parte del franquismo franquista y que, ahora, encarna el franquismo monárquico. Si como afirmó en el discurso de la entrega del premio “no hay literatura sin memoria [como tampoco] ‘hay que olvidar el pasado', lógicamente no se aviene con la naturaleza y la función de la escritura". Repito, JM hoy se olvidó de lo que la monarquía franquista representa para tanto republicano que reivindica y reclama la abdicación de la Corona. El Rey representa y forma parte de ese grupo de poderes que en el pasado y en la actualidad hace que “la memoria [siga siendo] sojuzgada, esquilmada y manipulada […] que el lenguaje oficial suplante al real y las palabras estén afectadas por el expolio y el descrédito, sometidas a la censura y al escarmiento”. Si JM piensa que ahora eso ha cambiado es porque él ha cambiado, porque él ahora recibe los parabienes de aquellos que en su día, y ahora, controlan la memoria y la vida. La mentalidad y los valores del pijoaparte ya están con los del redil de los pijoadentro.

JM no es un caso especial, sino que lo aprovecho para resaltar como la lisonja, la adulación, el incienso, el agasajo son los mecanismos habituales que utiliza la familia real (y los llamados poderes fácticos capitalistas) para ir incorporando a estos cultos sabidillos. Si el lector repasa la lista de los galardonados comprobará lo que digo; aunque muchos de ellos ya eran conservadores de toda la vida. JM habría podido recibir el premio Cervantes y rechazar la comida con la familia real, aunque la ceremonia de entrega estuviese presidida por el monarca. El acto tendría otra significación: es el Rey el que tiene que venir a entregarle el premio a un ciudadano con sus méritos literarios, que los tiene y los admiro, y no ir a esa cena de invitado en la que tiene que ir al palacio a compartir mesa y mantel con la familia de uno de los más poderosos que más detestan las sensibilidades republicanas que en este momento están floreciendo en el país. Al final, las gentes de la cultura y otras artes son la basura que el poder (monárquico, religioso, monetario) decide si aprovecha o no, recicla o no para la defensa de sus privilegios.

De poco vale decirle a la señora ministra de Cultura que, “con matices, el problema del cine español no es la piratería, sino la falta de talento. Guionista es el trabajo peor valorado y pagado”, si después, cuando el Gran Domador del Reino me convoca a cenar, me busco en el armario el mejor traje y me compro la corbata que hace juego con el color para no desentonar en la mesa del poder.

Pobres republicanos y republicanas, aquellos que tuvieron que cruzar la frontera huyendo de la barbarie capitalista franquista. Así les pagamos.

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