miércoles, diciembre 24, 2008

No preguntar, no ayudar, no intervenir...El fascismo está en todos los estamentos y en todos los países.


Preguntar por un sin papeles, interesarse en saber si se encuentra bien o mal y preocuparse por su futuro es delito en Francia a los ojos del Gobierno.
Eso cabe deducir del rocambolesco incidente ocurrido en las pistas del aeropuerto de Paris-Roissy el martes de la semana pasada. Tres filósofos, que se inquietaron por dos personas esposadas y deportadas (los sin papeles), acabaron detenidos, investigados y, al menos uno de ellos procesado.
El 16 de diciembre por la mañana, las 400 plazas del vuelo París-Kinshasa AF388 estaban llenas a reventar, calentando motores en las pistas de Roissy. Se le saltaban las costuras de tanto viajero, bulto, niños, regalos, ropa y también de tanta alegría.
La inmensa mayoría del pasaje estaba compuesta por trabajadores de vacaciones y sus familias, invadidas por la felicidad de volver a su pueblo a pasar unos días. Algo que, dado el precio del vuelo, muchos de ellos sólo pueden hacer una vez cada cinco o diez años.
Irritación policial
En medio del jolgorio, casi nadie se había dado cuenta de la presencia de tres tipos de personas no pertenecientes a la tribu navideña. De un lado, un grupo de cuatro filósofos franceses, invitados a un Congreso internacional en Kinshasa, en la República Democrática del Congo, sobre el sugestivo tema Cultura del Diálogo y paso de Fronteras. De otro, tres sin papeles esposados al final del avión.
Y por último: los agentes de la Policía del Aire y las Fronteras (PAF) que custodiaban a los deportados.
El cóctel entre los tres grupos fue explosivo. Tres de los filósofos se fueron hacia el fondo del avión para expresar su preocupación por dos de los sin papeles que habían reconocido, y empezaron a plantear algunas preguntas a los policías.
Los agentes, secos y tensos como suele ocurrir en ese momento delicado que es el vuelo de expulsión, intentaron que se callaran, pero la voz de los universitarios desató un conato de asamblea general entre los viajeros de la cola del aparato. ¿Se puede o no expulsar a un compatriota en período navideño?, era el tema de la tertulia que provocó más irritación de la Policía.
Peor aún fue la reacción de una azafata que exigió la identidad de los tres filósofos y se fue a buscar al comandante de vuelo. Éste llegó pisando fuerte a la zona de viajeros y asestó: "Ejerzo mi derecho a desembarcarlo", dirigiéndose a uno de los pensadores, Pierre Laurent. Inmediatamente los policías se abalanzaron sobre el peligroso agitador, lo lanzaron fuera de la cabina, lo aplastaron contra la pasarela, lo placaron en el suelo de la pista y lo detuvieron seis horas.
La Fiscalía de Bobigny, de la que depende el gran aeropuerto del norte de París, dictó rápidamente su personal visión de lo ocurrido: imputó a Pierre Laurent por "oposición a una medida de reconducción a la frontera" y "obstáculo a la circulación de una aeronave", algo castigado con hasta cinco años de cárcel.
Los otros dos filósofos revoltosos, Sophie Foch-Rémusat e Yves Cusset pudieron viajar a Kinshasa y reunirse con sus colegas africanos, pero a su regreso, el lunes, fueron a su vez detenidos e interrogados y la Fiscalía, dependiente del Gobierno, prosigue sus pesquisas.
"De hecho, el incidente había empezado ya antes de subir a bordo", explicó este martes Pierre Lauret a Público. "Un policía distribuyó a los pasajeros un pasquín de la policía amenazando con cárcel si alguien se oponía a las expulsiones. Eso se llama intimidación", concluyó.
Para la abogada de los tres filósofos, Dominique Noguères, "lo que hicieron fue comportarse como ciudadanos normales, preguntando por qué había gente atada, y eso les cuesta una amenaza de cárcel. El mensaje es claro: No haga preguntas, no mire a ninguna parte, no vea nada y así evitará problemas".

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