jueves, marzo 02, 2006

Una cerveza y una tapita /Quim Monzó


Una cerveza y una tapitaLA MEZQUITA es sabrosa, rojiza y con más cuerpo que las habituales cervezas rubias QUIM MONZÓ - 01/03/2006Estos días encartan en algunos diarios un folleto de El Corte Inglés e Hipercor que anuncia productos alimenticios "artesanos y tradicionales". Lo distribuyen con ocasión de unas jornadas gastronómicas que celebran hasta el 31 de marzo. De modo que, dispuesto a ver qué hay de interesante, he empezado a hojearlo. Las dos primeras páginas están dedicadas a los dulces y, como no me dicen mucho, en seguida he pasado a la tercera, que va de aperitivos. Nada especial. En la cuarta hay aceites; en la quinta, legumbres y salsas; en la sexta, miel, mermeladas y polen; en la séptima, conservas vegetales y de frutas; en la octava, conservas de pescado. La cosa se anima con los quesos y la charcutería selecta, pero vuelve a perder interés (para mí) con los platos preparados, los lácteos y los refrigerados, hasta llegar a los vinos y licores. Vinos de lo más normal y licores que van desde el ginet hasta el licor de crema, pasando por el pacharán, el aguardiente gallego o el licor de bellotas. Es en la foto de las cervezas donde una de las marcas me sorprende. Junto a botellas de Ambar Export, Legado de Yuste, 1925 o Alhambra hay una de la cerveza Mezquita, con su etiqueta negra, sus letras doradas y esa silueta de una puerta de la mezquita de Córdoba. Se bebe mucho en aquella ciudad. Como la mayoría de las cervezas andaluzas es sabrosa, pero ésta es rojiza y tiene más cuerpo que las habituales, rubias. No había vuelto a pensar en la Mezquita hasta ahora, y al verla fotografiada me inquieto. Cuando la probé, hace años, los fundamentalistas islámicos no habían incendiado aún embajadas con la excusa de unas caricaturas, no había habido centenares de muertos, ni muchos columnistas y dibujantes habían reconocido autocensurarse por miedo al fascismo religioso. Era una época en la que parecía imposible que dibujar un personaje o un edificio pudiese suponer una hecatombe. Y en cambio, ahora, la situación ha cambiado por completo. Justo hace una semana se publicó la noticia de que el grupo textil Inditex - que preside Amancio Ortega- ha retirado de sus tiendas Bershka miles de camisetas en las que aparece la imagen lejana de una mezquita. Según el Faro de Vigo,los fabricantes recibieron quejas de sus clientes de los Emiratos Árabes Unidos, que consideraban una ofensa esa imagen de un templo religioso. Sin dudarlo, Bershka ordenó a las 368 tiendas que tiene en el mundo que las escondiesen, y acto seguido publicaron en un diario de Dubai un comunicado de disculpa. Y si eso pasa porque en una prenda de ropa aparece el dibujo nebuloso de una mezquita, ¿qué pasará si la mezquita está, con todas sus letras y una de sus puertas dibujadas, en una bebida alcohólica? Porque las camisetas de Bershka no llevan alcohol, pero la cerveza Mezquita sí - exactamente el 7,2 por ciento- y ya sabemos que hasta el rey Ibn Saud quiso impedir al mismísimo Churchill que tomase alcohol en presencia suya. Fría - entre 8 y 10 grados- y con unos taquitos de pernil o una tapa de morro frito (así fue como la tomé), la Mezquita está de muerte; con perdón. Si quieren darse ese gusto les aconsejo que se apresuren, porque igual de aquí a poco desaparece del mercado, sea por miedo de los fabricantes, porque los bares y los súpers que se atreven a venderla empiezan a arder, o por ambas cosas a la vez.

No hay comentarios: